Ayer, en plena siesta, algunos sanjuaninos -pocos en realidad- se animaron a cruzar la puerta del Teatro Municipal para contar sus mejores chistes en el casting de humoristas impulsado por Sábado Show (otro de los ciclos de la factoría Tinelli). Una vez adentro, varios dejaron a un costado del escenario sus pesadas mochilas cargadas de penurias, frustraciones y necesidades, y entonces sí se rieron por unos minutos de sus propias ocurrencias, con la ilusión de revertir "en algo" su situación, de cumplir sus sueños por fin.
Este no era muy distinto a los otros concursos que atravesó sin suerte, el de Showmatch en 2007 y el de Talento Argentino en 2009. Sin embargo, José Luis Miranda se levantó temprano y se puso en el personaje del astrólogo mexicano Walter Mercado, con una capa de chifón bordó y estrellas doradas que él mismo cosió y pintó, después de relegar varias necesidades para comprar la tela.
Es enfermero y cocinero, pero a sus 36 años, le alcanza para comer una sola vez al día. Sueña con conseguir un trabajo para abandonar esas humildes paredes de nylon que lo cobijan, en la vereda de un barrio de Rawson, desde hace dos años.
"Tengo dos hermanos pero no me hablo con ellos ni con mi mamá. No puedo conseguir trabajo. Haciendo pan y semitas es que puedo comer, también hago tortas, decoro fiestas, cuido enfermos y hago costuras", dice con voz entrecortada por la impotencia cuando vuelve a esa vida que se olvidó de él, cuando tenía 7 meses y sus padres se separaron.
"Mi madre encontró pareja y cuando tenía 3 años me entregó a una vecina y después a otra, y así. Mi papá vive en Iglesia y es muy viejito", relata quien dice que por su homosexualidad se topa con prejuicios laborales y que tiene premoniciones: "Cuando tenía seis años abracé a mi abuela, sentí que se iba, y a los seis meses murió de cáncer fulminante. Como éste, tengo un montón de ejemplos", cuenta antes de emprender el regreso a su casilla.
Con su gorra a cuestas, José Brunetta dejó una bolsa de enseres en una de las butacas, subió los peldaños y se paró frente a la producción. "No quise dejar pasar la oportunidad, tengo unos 250 chistes, poesías y canciones que escribo cuando me desvelo", contó este hombre de 59 años que en sus años mozos compró y vendió muebles usados para mantener a su familia; y hoy, recibe una pensión del gobierno y tiene dos hijos que cría su cuñada. Laburante desde los 9 años, su espíritu se apaga cuando se acuerda de los pichones a quienes no pudo seguir manteniendo. "Me tocaron momentos muy difíciles…" se quiebra al recordar la esposa que perdió hace 9 años. "Me vendría tan bien ganar este concurso…", dice casi con miedo de tan sólo pensar en esa oportunidad.
Para el caucetero Aurelio Pastor, la tarde fue motivadora. En 2006 se anotó en un selectivo de Ideas del Sur con poca suerte pero, esta vez, se concentró en cautivar al equipo.
Con una imitación del grupo musical La Mosca, giros, saltos y cuentos sobre su calvicie, calentó el ambiente para terminar riéndose de sí mismo cantando a lo Antonio Ríos y Leonardo Favio.
"Los cuentos son sobre mi vida", dice este trabajador rural que en un mes cumplirá 6 décadas y todos los días hace 27 kilómetros en bicicleta para ponerle el hombro a un campo en 25 de Mayo, donde perdió la cosecha con la piedra del 8 de enero pasado.
"Todos tenemos problemas en la vida, pero tengo una familia extraordinaria..", afirma en referencia a la mujer que lo acompaña hace 35 años y con quien tuvo cinco hijos que ya lo hicieron abuelo; si bien, todavía no puede contener la tristeza cuando habla de sus padres ya fallecidos, "esos viejos que se esforzaron por dar un futuro mejor a sus hijos" y que cuando él tenía un año lo tomaron en brazos
dejando su Málaga natal para escapar de la guerra civil y refugiarse en San Juan.
Haciendo del humor su espolón de proa, estos personajes toman envión para seguir dándole pelea a la vida; porque como coinciden: "nada está perdido todavía".

