Por Leonardo Muro
Red Hot Chili Peppers siempre dio la impresión de ser una banda a punto de estallar, siempre al borde, siempre al límite. Esa fue una de las características que tuvieron estos californianos, las drogas también tuvieron un papel importante en todo esto.
Anthony Kiedis agitando sus brazos mientras cantaba al borde del rap, cabellera lacia larga, torso al descubierto saltando al son de los efectivos golpes de Flea en el bajo y la batería de Chad Smith, mientras John Frusciante daba rienda suelta al sonido único de su guitarra.
En medio del éxito de “Blood Sugar Sex Magic”, Frusciante abandona la banda en 1992 durante una gira por Japón. El grupo continúa. Seis años después John vuelve a los Chili Peppers y en 2009 Frusciante vuelve a alejarse. Ahora está de regreso nuevamente. No sólo él, también volvió Rick Rubin, el histórico productor de RHCP.
Con la formación y productor con que consiguieron llegar a lugares de privilegio publican “Unlimited Love”, el disco más tranquilo en la carrera de los Peppers.
Hagamos de cuenta que armamos un grandes éxitos con canciones como “Under The Bridge”, “My Friends”, “Scar Tissue”, “Otherside”, “Californication”, “Dani California” y “Snow (Hey Oh)”, por poner algunos ejemplos. El disco sería muy bueno pero jamás estallaría porque serían solo las baladas y canciones mediotiempo. Eso es “Unlimited Love”, un disco que nunca explota.
Las canciones son buenas pero tampoco alcanzan el nivel de las viejas baladas. Además, “Unlimited Love” es demasiado muy largo para ser sólo de baladas, dura 73 minutos y a veces se torna interminable. Hay momentos en los que parece un loop que se repite; y se repite; y se repite, pero son canciones distintas.
Hay unos pocos momentos de ruptura en la modorra que llegan con “Here Ever After”, “She’s A Lover” (hay mucho de Prince allí), “These Are The Ways”, el punteo del bajo en la intro de “Aquatic Mouth Dance”.
En cuanto a las letras, Kiedis cae nuevamente en esa costumbre de pegar palabras con palabras a cualquier costo con tal de lograr una buena rima, lo que nos remite en el plano del rock argento, al Andrés Calamaro de los 90s.
Es un disco es malo? No, para nada. Es un buen disco, quizás no lo que uno esperaba con esta formación y con Rubin en la producción. Quizás les faltó tiempo para terminar de redondearlo. Quizás no. También debemos entender que salvo John Frusciante (52), el resto de la banda y el productor son personas que rondan los 60 años y sería injusto de nuestra parte exigirles un disco como “Blood Sugar Sex Magic”, porque estamos hablando de un álbum de hace 31 años. Quizás esperábamos un imposible, al fin de cuentas con el paso del tiempo otras bandas contemporáneas a los Peppers, más allá de los estilos, también fueron calmándose. Pasa ahora con ellos pero también pasa con Pearl Jam y pasó en su momento con Faith No More, por poner un par de ejemplos.
Los Millenials seguramente estarán mucho más conformes que la Generación X.
De todas formas, que Red Chili Peppers siga en el ruedo es siempre una muy buena noticia.