"¡Muerta! Me tendrías que ver tendida en una camilla!’ contestó Dolly Parton a People, consultada sobre la posibilidad de verla en público sin producirse. Y si bien reconoció que en caso de emergencia podría llegar a ser, todos los que conocen a la reina del country saben que es muy difícil pescarla a cara lavada y sin sus atuendos llamativos, un estilo que sostuvo y que hunde sus raíces en un lugar más profundo que una simple cuestión de imagen.
Nacida hace 77 años en Tennessee, Estados Unidos, en una familia humilde compuesta por sus padres y once hermanos, Dolly Rebecca Parton sintió de jovencita atracción y hasta admiración por una vecina que tildaban "ligera’ por su vistoso aspecto. Sin dudarlo comenzó a copiar su estilo con lo que tenía a mano, como fósforos usados para delinear sus cejas y ojos, cosa que a nadie le cayó en gracia. Sin embargo no cedió, porque para ella no era solo maquillaje, ropa ceñida o un cabello abultado. Aquella mujer era para Dolly sinónimo de libertad y de fuerza. Representaba lo que ella quería ser, o mejor dicho, lo que sabía que no quería: pasarse la vida solo atendiendo hijos, marido y casa, como casi todas. Con esa convicción siguió adelante, sin importar las palizas del abuelo, ni los retos, ni los cuchicheos a su espalda. Y cuando pudo alcanzar su sueño y brillar con la música, abrazó aún más a la llamativa Dolly, porque su estilo, lejos de transformarla en un personaje, ya se había convertido en un símbolo.
Looks
De vuelta al ruedo con Rockstar, esta estrella de la música irrumpió con estilo propio en los escenarios. Y entonces las críticas trocaron en admiración.

