Al cabo que ni quería… Bueno pero no se enoje… Es que no me tienen paciencia… No hay de queso nomás de papa… Eso eso eso eso… Se me chispoteó… Fue sin querer queriendo… Frases que hicieron reir a varias generaciones (incluso actuales, ya que aunque el último capítulo de media hora se emitió en 1980, la tira siguió al aire en varios países) y que quedarán resonando tras la partida de su creador. Roberto Gómez Bolaños, el actor mexicano que supo inmortalizarse en sus criaturas -especialmente en El Chavo, quien estará dentro de su barril, enjugando sus lágrimas- falleció ayer pasadas las 13, hora local. Chespirito -apodo cariñoso devenido del diminutivo de la castellanización Shakespeare- quien legó otros célebres personajes como El Chapulín colorado y El Dr. Chapatín, tenía 85 años y estaba en su casa de Cancún, donde había fijado residencia tras el retiro al que lo obligaron sus múltiples problemas de salud, sobre todo respiratorios. Dificultades que, sin embargo, no le impidieron mantenerse en contacto con sus fans: hasta no hace mucho, él mismo manejaba su cuenta de Twitter, que llegó a tener más de 6 millones de "amigos"; convirtiéndolo en uno de los mexicanos con más seguidores. Un afecto internacional que también le ayudó a soportar las largas y tediosas desaveniencias con Carlos Villagrán (Quico, quien dejó el elenco en 1978) y María Antonieta de las Nieves (La Chilindrina), con quienes estaba enemistado por los derechos de los personajes (entablaron una batalla legal que duró más de una década). Excompañeros de vecindad -para entonces, ya nada bonita- a quienes Rubén Aguirre (El profesor Jirafales) supo tildar de ingratos, por todo lo que les deparó Gómez Bolaños, sobre todo con El Chavo del 8, desde sus inicios en 1971 en Televisa, donde llegó a medir más de 50 puntos de rating (en Argentina, la tira comenzó a transmitirse ocho años después, por Canal 9).

"No sé en qué radica el encanto de El Chavo. Puedo presumir que se debe a que no he imitado a nadie, no he copiado, algo que es raro en estos tiempos", reflexionó alguna vez sobre su popular creación. "El Chavo, aún careciendo casi de todo, es optimista, disfruta, brinca, se emociona y tiene el maravilloso don que es la vida", agregó Gómez Bolaños, quien no vaciló en guardar su título de arquitecto para entregarse a su verdadera pasión: el "humor blanco" que hoy viste luto.