"Tengo química con los peruanos", había dicho antes Charly, explicando por qué eligió Lima para comenzar su gira de regreso a los escenarios, a la que bautizó "El amor espera". Y parece que era cierto nomás, a juzgar por el excelente clima que se vivió allí el miércoles por la noche. Fue en el Estadio Monumental, donde el rocker argentino arrancó su vuelta oficial, que tendrá estación argentina en Vélez, el 23 de octubre (ver aparte). Unos 15 mil fanáticos cantaron viejos hits y temas nuevos del ex Sui Generis, que -según evalúa la prensa internacional- volvió a mostrar por qué es uno de los pilares del rock argentino y latinoamericano.

De elegante sport, más tranqui, lejos de los excesos de otrora y entregado por completo a su público, el veterano cantautor no defraudó a sus admiradores, para quienes interpretó desde clásicos -Raros peinados nuevos, Cerca de la revolución, Pasajera en trance, No voy en tren y Promesas sobre el bidet, algunas en versiones nuevas- hasta el más reciente Deberías saber por qué, símbolo de su renacimiento tras las múltiples internaciones y tratamientos a los que se sometió luego de tocar en San Juan y después en Mendoza, donde -adicciones mediante- entró en crisis y comenzó su periplo por las clínicas; hasta desembocar en la quinta de Palito Ortega, donde tuvo lugar su recuperación y el amasado de este regreso.

Charly abrió la noche con El amor espera y a partir de ahí desgranó sin interrupciones una serie de temas como Yendo de la cama al living o Funky. El recorrido musical también permitió escuchar Llorando en el espejo (de Serú Girán), Demoliendo hoteles e Influencia.

Con el apoyo vocal de Hilda Lizarazu -la ex Man Ray que apuntaló las interpretaciones e incluso cubrió algunos pequeños olvidos del cantante- García retornó al escenario tres veces, aclamado por su público peruano que no lo dejaba ir, ante el que se calzó un poncho autóctono y confesó con sorna que a muchos les molesta que haya vuelto intacto a los escenarios.

"Cómo estoy jodiendo a varios con todo esto. Pensar que dijeron que estaba loco", soltó el músico, que también estuvo acompañado por el Zorrito Von Quintiero, Carlos García López y el trío chileno Kiushe Hayashida, Carlos González y Tonio Silva Peña.

Aunque siempre se mantuvo dentro de una calma a años luz de sus excesivas presentaciones de antaño, se animó a bailar un poco, tal vez para desarmar rumores sobre su falta de movilidad; y hasta tocó el piano con el pie derecho y tiró un micrófono al piso, sobre el final del recital. "Esto es rock and roll", espetó, como para confirmar que, a pesar de todo, sigue siendo "aquel" ícono del rock latinoamericano (Efe, Télam, Clarín).