Basta con ver las enormes carpas en el Predio Ferial. Imponentes, tanto la del hall de acceso, como la italiana que cobija el glamoroso picadero (con escenario) y las 2.500 ubicaciones; ya dan la sensación de que el Rodas es uno de esos circos que hace tiempo no venía a la provincia. Un indicio que también avalan las repercusiones obtenidas desde que llegó al país tras 17 años de ausencia, y que no sólo se tradujeron en -por ejemplo- 120 mil espectadores en Mendoza en poco más de dos meses (la estación previa a San Juan); sino también en un premio Estrella de Mar 2010 y un récord Guinness recién firmado, por su temerario Globo de la muerte. Presunción que en definitiva quedará esclarecida esta noche, cuando la colorida carpa de 53 metros de ancho -única en Sudamérica, dirán orondos- encienda sus luces y ponga a consideración de los sanjuaninos sus dos horas de encanto. A lo largo de ese tiempo, chicos y grandes serán testigos de distintos números artísticos que tienen cabida entre las dos grandes atracciones: el Globo de la muerte, el único con siete motociclistas en simultáneo en su interior, lo que le valió entrar en los Guinness; y la novedad, el peligroso Doble péndulo gigante, del que días atrás cayó un acróbata (ya está bien, aclararon).
Piratas del Caribe en la Hamaca Rusa, equilibristas, acrobacia aérea, magia, payasos, musicales y más dan vida a este circo, que otrora se caracterizaba por sus animales; un estilo que dejó de lado justamente cuando regresó a la Argentina.
"Vimos que en Europa ya no se usaba, y entonces se optó por apostar a lo artístico y tecnológico. La elefanta Mara, muy famosa, quedó al cuidado de un zoológico de Buenos Aires, al igual que Junior, el chimpancé que muchas veces estuvo con Tinelli", cuenta Ricardo Cárdenas, uno de los integrantes más antiguos de la troupe. "Tal vez al principio la gente va a buscar animales, pero cuando ve el show, que es impresionante, se olvida de ellos", agregó el chileno.
Paraguayos, rusos, norteamericanos, mexicanos, ecuatorianos, peruanos, colombianos, brasileños… más allá de ser un circo de bandera argentina, el Rodas es un crisol de razas donde conviven familias como la de Cárdenas, de larga tradición circense; y artistas más jóvenes que pasaron por una escuela de circo, se unieron al grupo y son contratados por temporadas que usualmente no superan los seis meses; por lo que -si bien son muy exigentes- la rotación y las oportunidades son altas. Por eso, además de los típicos trailers, también hay un mini-hotel rodante con todas las comodidades para los del exterior o quienes no tienen su propia casa.
Organizado (hay, por ejemplo, turnos de ensayos, maestros y jerarquías), sobre las 150 personas que trabajan en el circo -entre artistas y técnicos- están los dueños; empresarios radicados entre Buenos Aires y Córdoba (prefieren reservar los nombres) que manejan los hilos del Rodas. Fueron los que decidieron que ya era hora de volver a casa y lo hicieron con tres carpas. Una es la que llegó a la provincia previo estudio de mercado, medida que tomaron en varias ciudades excepto Rosario, La Plata, Mar del Plata y Córdoba, plazas garantizadas. Las tres circulan con el mismo espectáculo, que de oído podría sonar similar al de otros tantos circos. Pero para los que aquí trabajan hay un "detalle" que hace la diferencia: "Acá todo es de jerarquía internacional", dicen. Y subrayan: "Estar en el Rodas es como jugar en primera". Pasen y vean.

