Bajo el cálido Sol de las tardecitas sanjuaninas, la edición nro. 17 de esta Feria Internacional de Artesanías es un sinfín de productos y, sobre todo, materiales. Con una baja de expositores internacionales -según Sergio Gil desde la organización, los problemas de aduana y las fechas en simultáneo con otras ferias no les permitieron llegar-; las creaciones nacionales son las vedettes indiscutidas del paseo.

El recorrido (ver pag. 27) puede iniciarse en la gran carpa de la izquierda que combina las obras de elaboración nacional con la producción de creadores sanjuaninos y atrapa a los más chicos con los títeres de mano en gomaespuma -desde $22- que copan el lugar.

Para los adultos, un sitio destacado ocupan las exóticas réplicas de instrumentos que utilizaron las milenarias tribus de Africa, Australia, India y Brasil; y en otro stand, los supersticiosos pueden sacarse las malas ondas con los amuletos celtas elaborados en base a las runas, que por primera vez se muestran en este paseo. ¿Las curiosidades?, las motos choperas y los rockers posabotellas con autopartes, tuercas y rulemanes; y los equipos materos de llaves recicladas y cubiertos.

Entre los representantes locales, se encuentra la tejedora Guadalupe Daneri con sus ruanas y ponchos en lana de oveja, y los cuellos y chalinas de su hija Milagros de 10 años, distinguida como la telerita más joven de la Fecor de Córdoba.

La carpa 2 está dedicada al arte internacional. Sin embargo, es la más magra por la notable ausencia de sangre extranjera. Reúne trabajos en serie de Brasil (mantelería), Ecuador (imanes) y Perú (tejidos y bijou), pero se destaca por los instrumentos en caña de bambú del luthier chileno Pedro Farías, como una flauta creada para Piñon Fijo.

La carpa 3, al igual que la 1, es una vidriera para la producción del país. Puede encontrarse desde réplicas de vasijas de los Wichis, hasta lujosos muebles de madera; y más muñecos en gomaespuma, velas y fragancias, indumentaria, pañuelos y tejidos.

Al final, se encuentra el sitio destinado a los talleres municipales, como el año pasado, con abundancia de conservas y dulces de la zona. Y sueltos, a lo largo de la superficie ferial, muestran sus tesoros los sirios, los chinos, los africanos y los Toba; salpicados entre aquellos stands de productos regionales -como salames, dulces y chocolates-. Puramente moldeados a mano o con fines más comerciales; lo cierto es que cada objeto capta la atención de la concurrencia que se pierde en ese varietté artesanal.