Cuando tenía apenas 12 años, Xavier Inchausti sorprendía al público haciendo su primera presentación en la sala principal del Teatro Colón de Buenos Aires con el Concierto Nro. 5 de Mozart y la Partita en Re menor de Bach para violín solo. En la actualidad, ese chico nacido en Bahía Blanca tiene 25 años y mañana llegará a la provincia para actuar junto a la Camerata San Juan en la 5ta función de abono de Mozarteum San Juan.
Concertino de la Sinfónica Nacional y consagrado a nivel internacional -con premios y títulos-, el joven hará gala de su talento en el Concierto para violín en Mi mayor de Bach y Las cuatro estaciones de Vivaldi. Con la humildad de los grandes, dialogó con DIARIO DE CUYO sobre sus inicios a los 8 años, sus objetivos y la pasión que lo mueve.
– De vuelta a San Juan…
– Hace 3 o 4 años que no voy. Es un placer enorme. El Auditorio es fantástico, tiene una acústica impresionante y significa también el reencuentro con amigos y la gente.
– ¿Qué sentiste cuando te definieron como un prodigio?
– Es una carrera que se empieza muy chico. Pienso que me sirvió para ir ganando experiencia.
– ¿Hay un repertorio específico en la infancia?
– En ese caso no, sigo tocando lo mismo. El primer concierto que hice fue en Bahía Blanca, donde nací, con el Concierto para violín de Beethoven. Ya, en el Colón, hice la Partita en Re menor de Bach que tiene un último movimiento que es La Chacona, uno de los más difíciles para violín y el Nro. 5 de Mozart, de gran jerarquía.
– ¿Es el desafío que te planteaste de chico o trasciende la edad?
– Es para cualquier músico, más allá de la edad. Requiere esfuerzo y trabajo, siempre.
– ¿Cuál es tu apreciación sobre el método Abreu que emplean las orquestas escuelas, para que los pequeños aprendan ya tocando?
– Da grandes resultados. Tuve la posibilidad de trabajar con orquestas escuelas y creo que es formativo, se mete de entrada en la práctica orquestal, de conjunto y con director, cosas que son muy importantes. Es positivo, un gran proyecto cultural y social.
– ¿Es necesario el refuerzo teórico?
– Depende de lo que quiera hacer uno, pero siempre es bueno el análisis de las obras. Después viene el conservatorio y la facultad, donde es distinto para un compositor, un docente o para quien se va a dedicar a tocar. Aunque todos tienen que transitar las mismas materias, es el enfoque lo que varía. La dificultad está en lograr una calidad de sonido, entender una obra profunda y poder hacer una interpretación.
– ¿Cómo fue en tu caso?
– Yo empecé a los 8 con el piano y a los 9 con el violín. Mi papá es músico y me dio una formación bastante integral pero me formé en el instrumento y las obras. Por suerte, tuve muy buenos maestros. Para lo que es el instrumento, hay que trabajar con las manos y el sonido. No se puede aprender violín leyendo un libro, sino más que nada, con los conceptos que transmiten los profesores como el sonido, la técnica y el lenguaje de los autores.
– ¿Tuviste que sacrificar el tiempo de juego con amigos?
– Traté de sacrificar lo menos posible pero, la realidad es que lleva gran cantidad de horas y concentración. Es cuestión de organización, todo niño necesita espacio para jugar.
– ¿También se trata de una elección?
– Sí. A mí me gustaba mucho la música y quería hacerlo lo mejor posible. Mi papá me inculcó que para sonar de determinada forma y lograr determinados resultados, necesitaba esforzarme. Es un proceso metódico y progresivo. Entendí que primero había que pasar por piezas más simples en cuanto a lo musical y técnico, para ir madurando y abordar lo que me gustaba.
– Tu comienzo fue aplaudido. ¿Lo sentiste como un logro?
– Siempre traté de no saltar etapas…
– Sin embargo hiciste cumbre llegando al Colón con 12 años.
– La música te contiene de pensar eso. La motivación no está en ser famoso ni millonario, sino en poder disfrutar de tocar determinado repertorio y compositores, en aspirar a llegar lo mejor preparado a un concierto y hacer una interpretación lo más honesta posible, se debe ser un canal entre él y el público.
– ¿Qué representa la música?
– Es una actividad que siempre me llenó y a la que le dediqué mi vida.
– ¿Cuál es el secreto para seguir siendo considerado un virtuoso?
– Es una actividad trascendente a las personas. No se trata de una superación personal, hay que entregarse 100 por ciento.
– Y como artista maduro, ¿qué objetivos perseguís?
– Sumar repertorio y estar activo.
– ¿Qué consejos les das a los estudiantes que están dando los primeros pasos en este arte?
– Disfrutarlo, hacerle caso a los profesores y ser disciplinado.