Pienso que hay personas más fácilmente agradables "a primera vista" que otras. A algunas hay que saber escucharlas y conocerlas más, pero no hay personas intrínsecamente desagradables. O casi. Igualmente en la música, hay unas que agradan de entrada, otras que requieren más tiempo de escucha. Quizá por ello (los gustos son subjetivos) para mí la música francesa de después de 1850 sea tan fácil de agradar. El epítome de la suavidad elegante es Gabriel Fauré (1825-1924), pero este viernes la Orquesta nos ofreció un fragmento de Ernest Chausson (1855-1899) a quien podemos ubicar en el mismo horizonte. Este agradable francés nacido en un ambiente prósperamente cómodo (y su padre se llama Prospére) tuvo acceso a mucha cultura. Amigo de poetas y literatos, coleccionador de cuadros impresionistas, se recibió en Leyes hasta que se decidió definitivamente por la música. Alumno de Massenet y más marcadamente de C. Franck, fue luego Secretario de la Societé Nationale de Musique para salvaguardar la música francesa aunque la influencia wagneriana en él no es despreciable. Fue visitante frecuente de Bayreuth y con Vincent D’Indy estuvieron en el estreno de Parsifal. Su absurda muerte al perder el control de su bicicleta y romperse el cráneo contra una pared a los 44 años nos privó de mucho. Aunque taciturno, no dejaba de ser un hombre dulce, amable y generoso, como su maestro, César Franck. Diría que un 75% de sus obras están basadas en poemas de sus contemporáneos y amigos. "La Tempéte" compuesta en 1888 es música incidental basada en la Obra de W. Shakespeare en traducción de Maurice Bouchor (1855-1929). Es en su mayor parte vocal con arias, ariosos y dúos. Pero tiene partes puramente instrumentales. Escuchamos dos de ellas, "Air de Dance" y "Dance Roustique" que se inicia con un bello solo de flauta.

En abril de este año el Maestro Siffert nos introdujo a dos obras de su coterráneo, Aloys Fornerod. En primer lugar William Harvey ejecutó una pieza corta titulada Pastorale. Y como me divierten las casualidades, el autor de esta Pastorale era hijo de un pastor. Fornerod era violinista, profesor y luego además de crítico musical ("en serio", no un simple comentarista) fue director de más de un conservatorio. Análogamente a Chausson, quería transmitir a otros este gusto por la música francesa -había sido discípulo de D’indy- se sentía profundamente "Vaudois", había nacido en Cudrefin en 1909 y quería propagar su espíritu "latino-francés-suizo". Su gradual cercanía a los monjes benedictinos lo llevó a hacerse católico. Y ahora volvemos a deleitarnos con una obra suya, "Voyage de Pintemps", escrita en base al poeta griego Teócrito del 310 a.C. que es un poeta del amor y de la poesía bucólica. Otra vez, música placentera a primera vista o "a primer oído" y que gusta más y más mientras más se la conoce, pero confieso que la idea de escuchar a música "minimalista" me producía un cierto temor a la "repetición y monotonía". Sin embargo, después de escuchar muchas veces al Concierto para violín de P. Glass reconozco que me encantó. Sólo requiere más tiempo que Chausson o Fornerod. Philip Glass (1937) nace en Baltimore y se inicia en la flauta aunque más tarde se concentra en el piano. Fue discípulo de "franceses" renombrados como D. Milhaud y Nadia Boulanger. En la primera mitad del siglo XX hubo mucho diálogo entre jóvenes americanos y el universo francés; George Gershwin compuso su "Americano en París" y más tarde Milhaud que había estado emigrado en USA y muy influenciado por el Jazz le devolvió el chiste con "Un francés en New York". Philip Glass es un poco ambas cosas. Durante los primeros años de la posguerra se notó la influencia del "Serialismo" que puede definirse como la "marcha del dodecafonismo melódico-armónico hacia la utilización del concepto de serie, aplicable a todos los componentes; un nuevo lenguaje musical que podía aplicarse por ejemplo a la música electrónica". Esta complicada definición me parecería digna de Daniel Rabinovich en uno de sus comiquísimos diálogos "lutherianos". La ciudad alemana de Darmstadt se dedicó a este tipo de composiciones y los nombre más conocidos son los de Karlheinz Stockhausen, Luigi Nono y el francés Pierre Boulez. Para mí son autores que requieren ser muy escuchados para "quererlos". Yo sigo intentando. Pero entonces me consuela que le parecían "difíciles" a Philip Glass quien tras su formación "clásica" abrió horizontes a la India, pasó del judaísmo al budismo y al volver a su país fue centrando la parte rítmica, pero atonal y melodiosa. Se apartó de lo "serial". Él mismo jamás se definió como "Minimalista". Para oídos simples suena a "música de cine", quizá porque habiendo óperas y sinfonías, la obra que lo popularizó y sacó de ser un autor para pocos, fue la musicalización de una película que Ford Coppola produjo en 1982 titulada: "Koyaanisqatsi" y que sí era visualmente minimalista. Su Concierto para violín es compuesto cinco años más tarde. Consta de tres movimientos: inicia con un tema repetitivo que da lugar al violín. El ritmo es constante, pero sube y baja el volumen y se van cambiando por grupos los instrumentos. Ya Bartok (un húngaro en América) había compuesto un "Concerto per Orchestra" en la que en lugar de un solista cada grupo de instrumentos iba "participando". Aquí el violín es el solista pero la orquesta responde por grupos. El movimiento termina con el violín que se va quedando solo o casi solo porque al fondo se oye una leve percusión. Sigue otra marcha lenta para que el violín ingrese con un suave lamento o suspiro respondido a lo lejos por el corno y otra vez la melodía se "apaga" y el violín queda solo. Pero ahora el ritmo se hace más y más apurado, es el tercer movimiento y esta vez una percusión aparece e introduce al violín. Es una danza enérgica con subidas y bajadas de intensidad sonora hasta que termina disipándose en el aire como el final del Concierto de Alban Berg. Si esto es "minimalista"…¡¡qué lindo!! (también el Bolero de Ravel repite una sola melodía y no aburre).

El concierto había iniciado con un sanjuanino de origen paterno cordobés, Roberto "Tito" Oliva, pianista y compositor de música tipo Jazz. Otra vez una sorpresa; estaba esperando algo "tanguero" y ¡me encontré de golpe con otro Philip Glass! Comienzo de percusión, violines, violas, cuerdas bajas, vientos y melodías con lamento de las cuerdas, fuerte percusión, violas y chelos "pizzicato", esta vez el lamento es de los vientos y una marcha "minimalista" en las cuerdas bajas; ahora con un toque de la viola la melodía adquiere un tono más "tanguero" y los violines inician otro lánguido canto. Por un momento se transforma una orquesta de cuerdas, pero al fondo un rasguido percutido está como diciendo: "Si Piazzolla pudo hacer un tango ‘suyo’ -¡y lo bien que hizo!- yo también puedo hacer tour con el mismo". Un final enérgico y con intensos cambios de sonoridad. ¡Bravo, Tito! ¡Y brava, Selva Sugo!