Ticio Escobar es palabra autorizada en materia de arte. Reconocido, el crítico, curador y escritor paraguayo, Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Rosario y director del Museo del Barro, pasó por San Juan en el marco de BienalSur 2023, que ha vuelto a hacer pie en el Museo de Bellas Artes Franklin Rawson. Allí, junto a su adjunta, la argentina Clarisa Appendino, hizo la curaduría "Arqueología del sentir", que enhebra piezas del Instituto Arqueológico Mariano Gambier, obras del Mercado Artesanal Luisa Escudero y de artistas contemporáneos. Reunidas por los curadores aquí y hoy, en esta exposición se manifiestan y relacionan las distintas miradas, sensibilidades, expresiones y "saber hacer" de esas distintas comunidades que habitaron y habitan esta tierra. De eso y más dialogó el especialista con DIARIO DE CUYO.
– ¿Qué observó cuando hizo el recorrido por el arte, la artesanía y la arqueología local?
– En mi perspectiva lo más interesante del arte contemporáneo está en el cruce con el arte popular, indígena y actual, el cruce con otros saberes y sensibilidades. Cuando me invitaron para ver la colección de arte arqueológico y eventualmente cruzar con el arte popular de las artesanías vi que hay piezas preciosas, artesanías potentes y también advertí que el arte contemporáneo acá tiene mucha fuerza, hay como una unidad… Bueno hay muchas tendencias pero la que más me importa a mí es la que se preocupa por la tierra, las rocas, el paisaje, quizás el terremoto, la mirada horizontal del paisaje, pero no meramente decorativo, sino en un plano de pregunta; el sentido, la dimensión de esas topologías, la interrogación que hacen los artistas de lo que los rodea, mirando siempre a tierra. Entonces uno ve vasijas milenarias confrontarse con vasijas actuales, con trabajos textiles cuyos colores entran en diálogo con colores de pinturas y fotos actuales y se producen cosas, hay diálogos, se enriquecen mutuamente en el sentido estético y también en el que resuenan las preguntas de unas en otras.
– ¿Y en ese recorte, se puede vislumbrar un hilo conductor más allá de lo artístico?
– Sí, lo artístico es el gran mediador, una posibilidad de salir de sí mismo y buscar conexiones con todo, pero es cierto, por ejemplo hay también como maneras de sentir el color. Es notable cómo aparecen colores que uno no sabe si están guardados en alguna parte del inconsciente colectivo; también el trabajo de texturas, de formas, concepciones del espacio que aparecen como relampagueos… No creo que pueda hablarse de continuidad, pero uno reconoce la posibilidad de una conexión con esas piezas de hace miles de años. Eso era un poco el desafío también, ver esas piezas milenarias que estuvieron ocultas y aparecen en otra escena, miles de años después, ver qué posibilidad de conexión hay… Es un ejercicio interesante, hay ligazones pero no son forzadas, hay afinidades secretas que pueden mantenerse miles de años después en un mismo terreno, hay vínculos entre los objetos y las maneras de mirar….
– No es muy común ver a la arqueología como arte ¿O sí? Da la sensación de que es una lectura revisionista…
– Sí, exactamente, es poco común y no sólo pasa acá. Hace 40 años vengo trabajando en esa dirección, es justo que estas creaciones también sean reconocidas en su nivel estético-expresivo, que es lo que las hace arte; y también por la diversidad. En los últimos años ha crecido mucho esa conciencia de la diversidad, tiene que ver con la crítica a lo colonial. No sólo las categorías logocéntricas colonialistas europeas son las que imponen "esto es arte y esto no", hay cosas que no tienen que ver con eso, que son expresiones diferentes simplemente, paralelas, otras preguntas sobre el mundo y apelación a la belleza. De pronto la irrupción de estas formas distintas, muy potentes, que se rigen por otros cánones, que desconocen los cánones occidentales resulta siempre estimulante y enriquecedora.
– ¿Se da actualmente el debate de qué es arte y qué no, quién puede decir qué lo es y qué no?
– Sí y con mucha fuerza, a todos los niveles. Ahora vengo de Salta, de trabajar con expresiones wichis, donde se replantea la definición arte, artesanía y eso está más o menos presente en todos los pueblos. Y estoy por viajar a Bogotá, donde también se va a discutir ese concepto como una cuestión prioritaria. En el momento en que se ha perdido, se ha roto la garantía trascendental del arte, de que existe algo anterior a la propia obra que viene de los dioses, de los cielos o lo que sea, por lo cual ya nace arte; o bien tiene las características de arte graficadas por Hegel -equilibrio, simetría, proporción, unidad, etc-, ¿Qué es arte? ¿Quién lo fija?. En gran parte es la gran institucionalidad del arte, lo hegemónico occidental, justamente los museos, los críticos, la academia, las galerías, los nombres más prestigiosos dicen "esto es arte y esto no", como si fuera un tribunal. Y sin embargo, lo importante hoy son esas formas indecidibles. Las formas que tengan un nivel expresivo, ético, político y sean capaces de interpelar y vincularse socialmente y quedarse en el tejido social es lo que considero como arte. No existe una garantía o aval de que algo es arte anterior a la propia creación o como categoría universal en todos los tiempos y lugares. Para mí el arte es contingente, depende de sus condiciones históricas, sociales, políticas y a veces se apaga y hay como un aura latente, como un resplandor del arte que está como callado y en una circunstancia se prende, dentro o fuera de las instituciones del arte, las hegemónicas…
– ¿Hoy la institución, en general, se abre a esas expresiones, las abraza?
– La institución está siempre tratando de copar lo que pasa afuera, ahora está de modo el arte indígena, entonces las bienales y todo eso se abalanzan sobre él, pero una cosa es lo que consideran estas instituciones, otra lo que consideran las comunidades que tienen a lo mejor otros sentidos o valores. Y a lo mejor no son arte en el sentido estricto occidental, pero yo reivindico el nombre arte porque si no se están privilegiando determinadas expresiones como si alcanzaran las altas cumbres del espíritu en detrimento de creaciones inferiores. Si consideramos arte en el sentido más amplio del término, como la posibilidad de maniobrar significaciones, de manipular los sentidos para crear sentido -valga el juego de palabras-, para incrementar la comprensión del mundo, son arte.
– ¿Nada está "en las altas cumbres del espíritu"?
– Yo desidealizo mucho el arte, eso de "Oh, la expresión salvadora". El arte es una experiencia del mundo, las experiencias pueden darse de muchas maneras, el arte es una. A veces hay como una lectura religiosa del arte, como que es redentor, que la gente se salva a través del arte, yo no creo eso. El arte es una de las formas de enriquecer la experiencia humana, pero no la única; y hay gente a la que no le interesa y no es mejor o peor persona por eso. Creo que no hay que sacralizar el arte como experiencia.
– Y hay quienes no sólo disfrutan del arte "institucionalizado", sino también del que habita un pueblito perdido en la montaña…
– Absolutamente. Sin romantizarlo, a mí personalmente me da más satisfacciones el arte indígena que el contemporáneo actual, que es más laxo, menos intenso…
– ¿Y no es paradójico que vinculadas al arte
– Por supuesto, el problema del mainstream es que se rige en clave hegemónica, si bien hay fuerzas dentro del mainstream que resisten y tratan de recuperar el potencial crítico, poético, ético de las obras. El desafío de nuestro tiempo es cómo recuperar nuestro deseo que ha sido robado, capturado por la mercancía, como dice la pensadora brasileña Suely Rolnik, y eso se da en todos los planos, en el amor, en el fútbol, no solo en el arte.
DATO
BienalSur 2023: Arqueología del sentir, en el Museo de Bellas Artes Franklin Rawson, junto a Vocabulario del negro, de Catalina Chervin; Síntomas del arte en San Juan y Tecnoestéticas: lo que estamos siendo. Informes 2644200470.