¿Genes? ¿Imitación? ¿Admiración? ¿Formación? ¿Mandato? Posiblemente un buen combo con menos o más de todo esto es lo que hace que muchas hijas elijan la misma profesión que abrazaron sus mamás, varios años antes; y que hoy se miren no sólo como familia, sino también como colegas. Sin embargo, esta es una causalidad que no abunda en el ambiente artístico de la provincia, especialmente cuando además de los irrenunciables lazos sanguíneos y de la inevitable vocación, también comparten reconocimiento. ¿Es complicado? ¿Es lo que las mamis soñaron para sus niñas? ¿Compiten o se acompañan? ¿Cuesta separar lo personal de lo profesional? Las respuestas seguramente serán tantas como mamás e hijas colegas existen; así que hoy, en el Día de la Madre, cuatro duplas sanjuaninas que recorren distintos caminos artísticos cuentan sus propias historias.

María Elina Mayorga y Alejandra Blech

Directoras corales, María Elina ejerce en San Juan y Alejandra en Buenos Aires. "Me acerqué a la música coral cantando con ella. Ha sido y es mi principal influencia’, dice orgullosa Alejandra. "Saber que se iba a dedicar a esto fue una alegría muy grande y a la vez consecuencia de un proceso que se fue dando lentamente y de manera muy natural’, cuenta María Elina, que destaca la buena relación que mantienen en lo profesional y en lo familiar. "Lo hemos compartido de a poco por muchos años. Muchas veces hablamos como colegas y en otros momentos charlamos de la vida como cualquier madre/hija. Jugamos a las cartas, salimos de compras, vida simple y llana’. "Al principio creo que me costó más. Hoy estamos más acostumbradas’, confiesa Ale, que admira a su madre porque "Todo lo que hace en la vida, lo hace con amor y generosidad’. "Lo que destaco de ella es su seriedad y responsabilidad. Y como hija es un sol, noble, buena compañera, cariñosa, sincera. Es una dulce!’, se llena la boca mamá.

Mirta Romero y Silvana De Cara

"Desde niños nos estimuló a expresarnos a través de la plástica, así que a la hora de elegir, tenía claro que mi camino sería parecido al suyo. Y cuando tuve que especializarme, racionalmente quería dedicarme a algo diferente, pero mis impulsos fueron más fuertes y elegí la escultura’, cuenta orgullosa de la herencia materna Silvana. "Les gustaba mucho el arte y nunca le dije que no", aporta Mirta, al principio inquieta por el peso que podía significar el apellido, hoy deseosa de que su hija siga creciendo: "Siento que algo de mis entrañas está ahí. Y me da placer cuando me consulta y me tiene en cuenta", reconoce. "Mamá y el arte son casi como una unidad, es imposible separar. Sin embargo compartimos momentos que valen oro. La amo en primer lugar porque es mi madre y mi amor es incondicional, pero también por todo lo que me sigue dando Y destaco su pasión, su incansable trabajo, su tenacidad, su seguridad…", dice Silvana. "Ella es una santa… yo soy más jodida", confiesa entre risas mamá.

Ñury Pérez Olivera e Irina Goransky

María Inés Pérez Olivera es una de las maestras de danza clásica que ha formado varias generaciones en San Juan. Y en una de esas, está su hija Irina. Juntas son los pilares del Instituto Odette. "Mi mamá nunca influyó en mi decisión. Desde que empecé a bailar supe que eso era lo que yo quería. Enseñar es algo que me completa’, cuenta Irina. "Y yo tomé su vocación con alegría, responsabilidad y mucha emoción’, acota Ñury. De fuerte carácter las dos -‘discutimos cuando no estamos de acuerdo en el trabajo’, reconocerá mamá- supieron separar los tantos y hacer que la sangre sume. "Tenemos claro que en la escuela somos profesionales y nos ajustamos a las reglas del juego’, explica Ñury. "Llevamos muchos años trabajando juntas y somos un gran equipo’, la sigue Irina, para quien su madre "Es un ser especial. Siempre está ahí cuando la necesitás. Y como profesional es lo mejor, muy creativa, su labor es muy valorada en la provincia y en el país’. "Irina es buena, noble y trabajadora. Y demuestra amor en su carrera docente’, retribuye.

Mónica Cisella y Melisa Quiroga

"Siempre cantó muy bonito, se perfilaba la gran cantante que es’, dice "La Tana’ Cisella de Melisa. "Estudia inglés, es chef… pero su pasión es la música’, agrega la mamá, que aunque feliz de compartir vocación, también lo padece un poco. "El arte en el país se sufre bastante y sé que va a tener que pasar cosas duras. Eso no me gusta mucho, es difícil destetar, pero tiene una capacidad increíble, así que sola va haciendo su camino’. "Mamá a veces se pone en rol de mamá y a veces en el de cantante, depende de la situación ¡y de la hora en la que yo llegue a casa!’, bromea Melisa, para quien Mónica "fue la primera y la más fuerte influencia, porque empecé de chiquita. Ella me dio la oportunidad de conocer este mundo, apoyando y alentándome a ser mejor día a día’, reconoce. Y agrega "Lo que más rescato de ella en lo personal y profesional (que van de la mano) es que es muy prolija y comprometida. Y el valor de su palabra’. "Melisa tiene una voz… Ni ella se da cuenta el don maravilloso que tiene. Pero lo mejor es que es buena gente’.