"El decía cosas como «me gustaría tener una hora con ella» o hacía comentarios vulgares y sexuales sobre las mujeres. Era muy inapropiado e impactante. Lo más fuerte es que era muy difícil señalarle su conducta inapropiada porque él suele ser la persona más poderosa del set y la verdad es que no esperás algo así de Morgan Freeman , alguien a quién respetás". Lo dice un ex empleado de la productora del actor ganador del Oscar, figura venerada y admirada en Hollywood desde hace décadas, cuyos papeles lo instalaron en el imaginario del público como un hombre sabio, una figura bondadosa. Alguien que durante años se aprovechó de esa percepción para acosar a al menos dieciséis mujeres que ahora cuentan su historia en una investigación que CNN dio a conocer ayer.

 

El nuevo caso que vuelve a confirmar la cultura del abuso y el acoso que reinaba hasta hace poco en Hollywood tal vez sea uno de los ejemplos más rotundos de cómo funcionaba el equilibrio de poder en la industria del cine y la impunidad que muchos disfrutaron durante décadas. Es que la nota enumera una gran cantidad de situaciones públicas y en el contexto de situaciones laborales en las que Freeman hizo comentarios respecto de sus cuerpos, su vestimenta, las toqueteó y las humilló frente a muchos testigos. Hombres y mujeres que en su momento sabían que denunciarlo implicaba perder su trabajo con el elemento agregado de tener que superar la incredulidad y la desconfianza de atreverse a hablar de un hombre que nadie quería pensar que era menos que amable y bondadoso, como sus personajes.

 

Lo cierto es que bien lejos del dulce chofer de Conduciendo a Miss Daisy o del admirado Nelson Mandela que interpretó en Invictus, film por el que consiguió el premio Oscar a mejor actor, Freeman es conocido en la industria por sus comentarios de corte sexual y por su misoginia, algo que nunca se ocupó de ocultar ni siquiera en sus encuentros con la prensa.

 

De hecho, la coautora de la investigación, Chloe Menas, es una de las tres periodistas que cuenta que fue acosada por Freeman durante una entrevista en cámara realizada para promocionar el film Un golpe de estilo, estrenado el año pasado.

 

Según Melas, embarazada de seis meses al tiempo del incidente, Freeman, le dio la mano y sin soltarla la miró de arriba a abajo y repitió varias veces la frase "me gustaría estar ahí". Esto en un cuarto lleno de gente que incluía a Alan Arkin y Michael Caine, sus compañeros de elenco y con las cámaras captando una parte de la situación.

 

El actor, en cambio, dio a conocer ayer un pedido de disculpas que ya se volvió moneda corriente en Hollywood. "Los que me conocen o trabajaron conmigo saben que nunca ofendería o haría sentir incómodo a alguien intencionalmente. Me disculpo con cualquiera que se haya sentido incómodo o irrespetado. Esa no fue nunca mi intención", dice la declaración de Freeman difundida horas después de conocido el informe de la CNN en el que los ejemplos de acoso y conductas inapropiadas se repiten casi calcados de un set a otro, de una reunión de trabajo a la siguiente y de una entrevista a la próxima.