"Emoción" fue la palabra que más sonó ayer entre los artistas que llegaron desde Iglesia para mostrar por primera vez sus obras en el MPBA Franklin Rawson, de la mano del programa "Itinerarios del arte en San Juan". Esculturas, textiles, pinturas, dibujos, instalaciones y fotografías conforman un ventanal imaginario a través del cual se pueden contemplar postales y relatos del norte y también pispear un poquito en la interioridad de cada artista.
Autoridades de Josemaría y del Museo -coautores de este trayecto- y de la Secretaría de Cultura dieron la bienvenida a los creadores, noveles muchos, con experiencia otros; con estudios académicos y autodidactas, todos protagonistas.
"Es muy importante porque se puede visualizar lo que hacemos. Si bien yo me dedico a esto, está bueno que se conozca a nivel provincial", resaltó Adrián Fernández, cuya instalación de manos colgantes representa a trabajadores. En el otro extremo podría ubicarse José Castillo, estudiante de música que debuta en estas artes con una escultura que refiere a la importancia del agua en su departamento. Sin embargo, su dicha era la misma: "Mucha felicidad y orgullo para mis padres", fueron las palabras que encontró para contar lo que sentía. "Es una gran oportunidad. Yo no sé la magnitud de mi trabajo porque no sé de arte, solo traté de expresar una necesidad del pueblo con un poco de cultura", agregó.
Para Agustín Avarca también es su primera exposición. Uno de los más jóvenes -18 años-, se basó en una vieja fotografía de su abuelo que lo colmó de recuerdos. "Medio que no puedo creer que un dibujo mío esté en el Museo", sonrió el estudiante de diseño gráfico. Y Matías Muñoz, de Tudcum, halló en una anécdota que le narró su abuela la inspiración para bordar en cuero aquel guanaco blanco que milagrosamente guió a su bisabuelo en la cordillera, en medio de una tormenta de nieve. "Poder expresarme, venir acá y ver a todos estos artistas me emociona. Es una magia hermosa, se abre otro mundo muy hermoso", manifestó.
También exultante estaba Laura Banga, diseñadora gráfica y artista oriunda de Buenos Aires, que desde 2005 da rienda suelta a su pasión en Rodeo, donde tiene una posada, y que se luce con un trabajo de lápiz sobre madera y un video que muestra sus procesos. Lo mismo su coterránea Carolina Pécora, otra diseñadora gráfica que pinta desde 1999, cuando hizo un viaje de búsqueda a Hawai que continuó por Los Ángeles y en 2015 la trajo a Rodeo. "Iglesia es un paraíso donde hay mucha inspiración y es muy lindo poder expandirlo", valoró.
Con el cierre de la muestra -el 23 de octubre- y la adquisición de una obra por parte de Josemaría (aún no elegida) culminará esta primera experiencia cargada de contenido, pero no el proyecto. Desde el Museo y Cultura ya coordinan con Calingasta, para que antes de fin de año también se vea en el Franklin Rawson algo del arte que acuna ese departamento.