Leo Ortiz lleva la milonga en la sangre, solo que no lo supo hasta que una circunstancia de su vida se lo reveló a los 25 años. A partir de entonces la abrazó con fuerza tal que, baldosa va, caminada viene, llegó a ser Campeón Metropolitano en 2014 y eso le abrió las puertas de Europa, donde es un bailarín e instructor reconocido. "Yo era un provinciano y que de un día para otro me pasara esto fue…’ se queda sin palabras este hombre nacido en Buenos Aires, de padres sanjuaninos que regresaron a su tierra cuando él era muy pequeño. A partir de su consagración alternó entre Buenos Aires, adonde se radicó en 2012 "para ver si tenía pasta para esto’, dijo, e Italia, país que lo enamoró y donde hizo grandes amigos. Y hacia allá estaba a punto de volar cuando se desató la pandemia "y se pudrió todo’, resume el milonguero, que había terminado de rodar en Uruguay el film "Los hermanos Vega’ -coproducción canadiense-argentina dirigida por de Alison Murray, con Eleonora Wexler, Gerardo Romano y Cristina Banegas- donde tiene un papel, justamente de tanguero, que no pasa desapercibido. En medio del desconcierto mundial, decidió refugiarse en casa, con los suyos: "Digamos que acá estaba todo un poco más tranquilo’, valoró. Y en cuanto las flexibilizaciones lo permitieron, volvió a "despuntar el vicio’ en distintas academias y salones, permitiéndoles a los milongueros locales verlo bailar en vivo y en directo e incluso de aprender con él. Ahora está en El Chamuyo, la milonga que funciona en el Club Sirio Llibanés, en la que dicta un seminario mientras analiza un par de propuestas para volver a Capital y espera a su compañera de pista, Yanina Erramouspe, quien llegará en febrero para dar clases y exhibición; y luego partir juntos rumbo a otros compromisos. En medio de todo eso, Leo aseguró a a DIARIO DE CUYO que lo que más lo sorprendió en este regreso a San Juan fue el crecimiento de los milongueros locales y sobre todo su compromiso con este arte. 

Leo y Carla Rossi, Campeones Metropolitanos de Milonga en 2014.

"Fue una sorpresa agradable porque vi gente nueva y comprometida con la milonga, gente que aporta al tango sanjuanino. Hay una Asociación que está trabajando mucho para traer maestros y generar milongas, de la que me he hecho socio porque por más que esté afuera quiero seguir en contacto. También ha mejorado el nivel de los Dj’s, la música que se pasa en San Juan es muy superior a la de otras provincias… Estoy muy feliz con el crecimiento del tango en San Juan’, apreció Leo, quien empezó a bailar en unos talleres de San Luis, adonde se mudó buscando un horizonte luego de dejar su puesto en una agencia de vigilancia. Pero a los dos meses el profesor le propuso entrar al ballet, invitación que no rechazó y que marcó su destino, hace ya 20 años. "No era un niño, pero ese era el momento’, dice con seguridad. "Al principio no me interesaban los talleres de tango, fui porque me convencieron y ahí me empezó a gustar… Descubrí que era algo que tenía oculto’, se explayó el artista que hasta ese momento nunca había bailado; "ni en las fiestas’, bromea el hombre, que confiesa que le resultó sencillo y eso lo entusiasmó, al tiempo que empezaba a sentir en el alma la música y las historias que narran las letras. Ahí la edad jugó a favor: "Creo que hay que tener experiencias vividas como para empezar a entender un poco el tango’, señaló. "Tengo muchos amigos muy jóvenes que lo toman desde la destreza, el movimiento; y después cuando van creciendo, van entendiendo las letras y tomándolo de otro lado’, explicó Ortiz, que terminó subyugado por las milongas, tanto el género musical y la danza, como el espacio que habitan. 

Con su compañera de baile Yanina Erramouspe, en Rimini, Italia.

"En las milongas está la esencia del tango. Yo, con todo el respeto que le tengo a la palabra milonguero, me considero más milonguero que bailarín. Yo vivo la milonga de una manera distinta a cómo la puede vivir un bailarín que baila folclore, tango… Nosotros somos más de vivir la noche, juntarte con amigos de la milonga, disfrutar un trago, la música, la charla… Y si está la persona para bailar, se baila. Si no podés pasar una noche charlando y escuchando música. Es un estilo de vida, yo digo que los milongueros somos una raza aparte’, explicó, no sin hacer diferencia entre el ambiente porteño, "donde hay gente que no viste en tu vida pero podés compartir una charla porque estamos ahí por el mismo motivo’; y el sanjuanino, "donde todos nos conocemos’. "Cómo será que muchas veces nos reímos porque entre nosotros hay gente muy conocida, como si fuesen estrellas de Hollywood, pero saliendo de la milonga es gente normal que nadie conoce! Es muy raro, es todo un universo’, apuntó Ortiz, quien también contó que a veces la gente se sorprende cuando él dice que baila. "Como soy grandote, gordito, cuando digo que hago tango creen que canto ¿viste? (risas). Por eso tengo desde 2016 un festival que se llama TANGOrditos, donde todos los profes somos así, pero con la idea de que la gente sepa que cualquier persona puede bailar y expresarse’, señaló Leo, quien también busca desterrar ese prejuicio en la provincia, de la que se siente parte y embajador. 

Con Eleonora Wexler y Cristina Rosato, en el set de Los hermanos
Vega.

"Es que no es que yo me sienta porteño ni nada por el estilo, yo soy un sanjuanino bailando en Buenos Aires nada más. Me siento un representante del tango sanjuanino afuera. Y es un placer’, subrayó el milonguero, quien asegura que no sabe qué hubiera sido de su vida si el tango no se hubiese cruzado en su camino.