Con la misma sonrisa de aquel chiquilín que lleno de sueños partió hace 10 años a Estados Unidos, donde las grandes puertas se abrieron para él, Juan Pablo Jofré Romarión regresó una vez más a su San Juan, para disfrutar de sus primeros afectos y cargarse de energía. Un impasse necesario de cara al 2019, que se asoma agitado; tanto como lo han sido estos últimos años que lo llevaron por escenarios en casi todos los continentes. Una vida movida en la que también se diplomó de especialista en aviones, hoteles y teatros, y que -aunque a veces agotadora- todavía disfruta, porque puede transitarla de la mano de lo que ama: su propia música, recibida con éxito en diferentes rincones del mundo; y la familia que formó en el país del norte con su esposa Mihyun Kang, quien le dio a su primogénita, Misu, sin dudas su mejor obra. De toda el agua que pasó bajo el puente, el músico y compositor, otro capo del bandoneón, dialogó con DIARIO DE CUYO.
– 10 años en Estados Unidos… ¿Y?
– Los primeros años fueron de descubrimiento, de decir "¡qué increíble!’. Nueva York me abrió las puertas y me ayudó muchísimo, lo que hice a nivel internacional con Paquito de Rivera, con Fernando Otero y tanta otra gente talentosa ha sido por estar ahí trabajando mucho, así que no me puedo quejar.
– ¿Pero…?
– Ahora siento que estoy un poco cansado, me gustaría ir a otro país, volver a Argentina o Europa o Asia… Asia me gusta muchísimo, mi esposa es de Corea del Sur. Está la idea, es un país increíble…
– Ya hay que pensar también en la familia… ¿Qué lugar ocupa?
– Muchas cosas se ordenan en tu vida, las decisiones que uno toma, los tiempos que manejás, estás siempre pensando en tu hija y en algo más estable. Ser papá es lo más lindo que hay en la vida, estar casado también…
– ¿La sentís como otro logro?
– ¡Totalmente! Con mi mujer tengo una relación excelente y llegó mi hija… me siento muy bendecido. Estoy muy contento de haber encontrado una persona tan especial. Nunca sentí tan fuerte como con ella ese deseo de compartir una vida, de crear una vida…
– Un ensamble de culturas interesante…
– Yo me siento muy conectado con ella, creo que en algunas cosas la cultura oriental es muy parecida a la latina, por ejemplo el humor. Si vos traducís una broma argentina al inglés, se te quedan mirando como diciendo "¿qué te pasa?’. La traducís al coreano y se matan de risa. A ella le gusta mucho Argentina y como es doctora en Historia del Arte, fotógrafa y está muy conectada con el arte, eso nos une mucho también.
– Éxito profesional, familiar… ¿Qué te falta?
– Nunca pienso en lo que me falta… no me gustaría decir que no me falta nada, pero al mismo tiempo uno debe estar agradecido por lo que tiene. Si te ponés a pensar, siempre te falta algo… si tenés la fama de Paul McCartney te falta libertad, y si no la tenés, es la "fama’… Creo que las personas tenemos que aprender a disfrutar y a ser felices con lo que tenemos. Tampoco es dormirse en los laureles, hay que laburar y disfrutar, porque la vida es corta y nadie sabe cuándo llega su tiempo. Por ahí uno se olvida y se pierde en el "qué me falta’…
– ¿Disfrutás?
– Aunque el estrés a veces es fuerte, todavía disfruto muchísimo. Ir a un país a estrenar una obra tuya y tener el teatro lleno de gente que te está tirando cariño, es de lo más lindo que te puede pasar. Al mismo tiempo se arma una bola de trabajo tan grande que tenés que empezar a poner ciertas condiciones para poder trabajar bien y que siga siendo placentero… nada del otro mundo, cosas básicas.
– ¿Qué cosas ya no harías?
– Esos típicos shows de tango con el mafioso, el cabaret… toda esa historia me cansó, me parece que no representa lo que es el tango, hay mucho machismo y me da por las bolas que la mujer es siempre la prostituta y el tipo es el ganador. Nunca me gustó, lo hice en algún momento, pero cuando me puse a pensar me dije "¿Por qué hago esto, si no es lo mío?’. A mí me gusta componer y no soy machista ni a palos…
– ¿Sentís que es un cliché pasado de moda?
– Sí, fue un cliché de una época en la que creían que al turista le encantaba; y lo que no entienden los tangueros es que el turista no sabe de tango y como artista tenés el derecho de mostrar otra cosa. Lo que a mí me abrió puertas fue escribir música, y tiene que tener un sentimiento y ser buena; y si es así, a la gente le gusta. Igual a lo mío ya no lo veo como tango tango, lo veo como música…
– Bandoneón en mano, trascendiste el tango…
– No me gusta decir "yo hago esto’, va mucho en cómo la gente lo recibe. Me encanta el tango, lo conozco, lo sé tocar, cantar, bailar, vengo de familia de tangueros, pero mi música no suena como Di Sarli o Pugliese. Hay matices, formas y recursos del tango, porque lo he mamado, pero principalmente soy músico. La gente siempre tiende a encasillar, pero estamos en un mundo de mucha fusión…
"Lo más importante no son los triunfos, sino las veces que te has levantado. De verdad, creo que el secreto es trabajar, persistir’
– Una vez te dijeron que "estás lleno de música’ ¿De dónde la sacás o de dónde viene?
No sé… Cuando hago música, cierro mis ojos y conecto con el más allá o con mi corazón, no sé como llamarlo.
– ¿Y cómo se hace para no repetirse?
– Hay que ser honesto y trabajar mucho. La música necesita tiempo, técnica, sabiduría y reflexión… Lo demás es consecuencia…
– Entonces el paso de los años ayuda…
– Totalmente. El músico es como un vino… Escuchá el primer disco de los Beatles y el último y vas a ver la diferencia.
"Hay que ser honesto y trabajar mucho. La música necesita tiempo, técnica, sabiduría y reflexión… Lo demás es consecuencia…’
– ¿Y si escuchamos el primero de Juan Pablo y el de ahora?
– ¡También! (risas) La diferencia está en la madurez. Mi disco nuevo es el primero con orquesta, la Orpheus Chamber Orchestra, un concierto de tres movimientos donde puse cosas que incluso había escrito cuando tenía 15 años como músico de heavy metal y las tenía guardadas porque no encontraban lugar… ¡y encajaron ahora que tengo 35 años y las estoy usando con una de las mejores orquestas del mundo! Este disco muestra eso, muchas ideas mejores, mucho conocimiento orquestal de haber estudiado con grandes orquestadores, músicos, orquestas… La experiencia, conocer otras culturas, aprender todo el tiempo de los grandes de verdad… eso te abre la cabeza
– ¿Siempre hiciste todo bien?
– Me he equivocado muchas, muchísimas veces, y me han pasado todas, no hay que dejarse engañar. Lo más importante no son los triunfos, sino las veces que te has levantado. De verdad, creo que el secreto es trabajar, persistir.
– ¿Qué queda de aquel nene que iba a la escuela en el Rivadavia Norte y se bañaba en el canal Benavídez?
– Todo. Uno nunca se puede olvidar de dónde viene, sería el peor pecado. Esté tocando en el Carnegie Hall o donde sea, soy yo.