Hace año y medio Malena Guinzburg arrancó con el nuevo unipersonal Querido diario, basado en los escritos de su adolescencia y será con esta producción con la que arribará a San Juan, para presentarse esta noche a las 21.30 hs en el Teatro Municipal de la Capital.
Previo a su actuación, la actriz, que ya recorrió varias provincias del país como Córdoba, Mendoza, Neuquén y Santa Fe y aterrizó hasta en España con este show (en tanto, el miércoles pasado reestrenó la puesta con Las chicas de la culpa en Buenos Aires), dialogó con DIARIO DE CUYO sobre el stand up, el furor del género y las facilidades de un “medio” en el que ya cumplió 15 años y, según expresó, la salvó en un momento de su carrera. Y por otra parte, también se refirió a lo que se siente portar el apellido de un grande de la TV, como fue el entrañable Jorge Guinzburg, fallecido el 12 de marzo de 2008.
– ¿Qué verá el sanjuanino en esta oportunidad?
– Yo participo mucho con el público porque me divierte esa interacción y además, para no quemar el material. Si uno pone todos los chistes en escena, después la gente cuando vuelva va a decir “esto yo ya lo vi”.
– O sea que el público es quien enriquece el espectáculo…
– Totalmente. Y así ninguna función es igual a otra…
– ¿Es difícil hacer humor en estos tiempos?
– Es más fácil que nunca hacer humor. Me parece que en estos tiempos es cuando más necesidad tiene la gente de reírse. La risa es un mecanismo de defensa y la gente realmente lo agradece mucho.
– ¿Cuál es el secreto del éxito del stand up, que se instaló con fuerza en Argentina?
– Primero, el que va a ver una función de stand up sabe que se va a reír y hay una necesidad de reír muy grande. Y, además, el stand up le da la posibilidad a cualquiera de subir a un escenario. Después, que sea bueno o no, es otra cosa; pero es un medio muy democrático, te permite que sólo con un micrófono puedas subir a escena y hacer humor, no necesitás mucho más.
– ¿Te referís a que no hace falta pensar en maquillaje, vestuario o técnica?
– Exactamente. Esto está bueno sobre todo en épocas de crisis. Yo hice teatro off mucho tiempo y uno sabe que es vocacional, no te importa poner unos pesitos, es muy lindo también, esa fue una linda etapa de mi vida, toda mi adolescencia.
– ¿En qué difiere Querido diario, de la producción con Las chicas de la culpa?
– Este espectáculo es más íntimo, un cien por ciento de autenticidad. Leo mis diarios íntimos de la adolescencia, lo que escribí en el ’94 y aún conservo, es muy gracioso.
– ¿Sobre qué temas tuyos gira la obra?
– Mucho desamor, mucho sufrir por amor. ¡Cómo se sufre Dios mío!
– ¿Volverías a esa etapa?
– Muchos dicen “¡Ay! qué ganas de volver!”… Yo ni en pedo vuelvo. ¡No, gracias! (risas)
– ¿Cómo se comporta el público masculino cuando girás en torno al amor y a las relaciones sexuales?
– Vienen más mujeres, pero los hombres que van se ríen muchísimo y es muy lindo verlos descostillados de la risa.
– ¿Es complicado hacer que la gente se enganche?
– La gente se divierte mucho hablando, contando… Es muy lindo cómo juegan con uno.
– ¿De qué manera trabajás para que la platea se abra en torno a cuestiones personales?
– Creo que cuando el espectador ve que vos empezás contando tus cosas y le ponés humor a eso, empieza a entrar en confianza. Yo no les pregunto nada de entrada, sino que ellos van viendo que uno se va mostrando y ahí se genera un vínculo. Pero hay de todo, hay gente que se anima más a contar, hay quienes se animan poco, hay quienes arrancan más tímidos y después quieren contarte todo. Es muy divertido todo eso.
– ¿Qué te genera a vos la respuesta del espectador?
– Me encanta sorprenderme con la gente. No sabés qué te van a contar.
– ¿Tener el oficio juega mucho en ese sentido?
– La idea es tratar de hacer humor con eso, usarlo…
– ¿Es una carta de presentación subir al escenario con el apellido Guinzburg?
– En primer lugar, siento mucho orgullo por ser una Guinzburg. También hay una realidad, yo trato de olvidame de eso cuando estoy actuando, porque si no sería una carga muy grande pensar si estoy a la altura de mi papá. Sin embargo, para mí es un honor tener este apellido y el padre que tuve.
– ¿Considerás que heredaste su chispa?
– En gran parte sí. Me reconozco mucho en el humor de mi viejo, hay un alto porcentaje y una gran culpa (risas)
– Cuando te ves al espejo, ¿qué reflexión hacés del camino recorrido?
– Soy muy feliz. Agradezco un montón haberme cruzado con el stand up en mi vida. Lo disfruto, se hizo mi carrera. Me salvó.
– ¿De qué te salvó?
– En general creo que el humor salva y yo tenía ganas de subirme al escenario. En el teatro convencional no encontraba por dónde, no terminaba de encontrarme y con el stand up lo conseguí. No me cierro a otras cosas, pero encontré lo mío.
– ¿Si te propusieran trabajar en la tele como panelista, por ejemplo, aceptarías?
– Como panelista no tengo ganas, como jurado no sabría de qué, tendría que ver qué me ofrecen y sería difícil congeniar el teatro y las giras con otro trabajo.
La función de Guinzburg será hoy a las 21.30 en el Teatro Municipal de la Capital (Mitre 41 este). Entradas: $10000 online en entradaweb.com.ar