Este lunes feriado Luis Brandoni comenzó a sentir síntomas de cansancio que preocuparon a todo su entorno. Es por eso que, por precaución, decidieron internarlo para realizarle algunos estudios y, además, un hisopado por prescripción médica para saber si tiene o no coronavirus. Ya en la tarde del martes, llegó el resultado: positivo. Y al tener 80 años, se lo considera una persona de riesgo.
En diálogo con Teleshow, el productor Carlos Rottemberg aseguró que ayer el actor no se sentía bien, aunque está “sin compromiso pulmonar según el control realizado”. Respecto al lugar en el que fue hospitalizado, la familia prefirió no decirlo aún para respetar su privacidad.
La preocupación en torno a la salud del actor de Esperando la carroza se originó a raíz del comunicado que emitió Multiteatro en sus redes sociales. “El acompañamiento sin funciones por esta semana. El actor Luis Brandoni se encuentra en observación médica a los efectos de controlar algunos síntomas de malestar físico, aún en estudio. Las entradas se canjean o devuelven por los mismos canales por donde fueron adquiridas”, indicaba la comunicación. Una vez conocido el resultado del hisopado, las funciones fueron canceladas “hasta nuevo aviso”.
Hasta la semana pasada, Brandoni se encontraba protagonizando y dirigiendo dicha obra junto a David Di Napoli, en la que interpretaban a dos amigos de toda la vida. La historia cuenta la vida de Tuco, que trabaja en una metalúrgica y de Sebastián, que tiene un kiosco de cigarrillos y golosinas. Después de una broma que le juega a Tuco un compañero de fábrica (el Mingo) este decide renunciar a su trabajo para dedicarse al canto. Para ello, se encierra en el altillo de su casa, armado con un cuchillo y aislado por completo de su familia, esperando al acompañamiento musical que el Mingo “prometió” mandarle para ensayar y así triunfar en la televisión.
El mes pasado, el intérprete había participado del ciclo Confesiones de Infobae, en el que tuvo un mano a mano con Alejandro Fantino. Allí contó una de las experiencias más fuertes de su vida: su exilio en 1974 tras recibir amenazas de la Triple A. “La amenaza no me llegó a mí personalmente, la amenaza llegó a través de agencias de noticias. Yo me enteré por un compañero que vino a mi casa, yo estaba enfermo ese día, y me dijo: “Te amenazaron”. La Triple A estaba amenazando gente y yo ya me lo esperaba. Fueron unos días muy complejos en mi casa donde venía todo el mundo, opinaba, andate, quedate, yo no me quería ir… Imaginate, era un manicomio. La amenaza era que me fuera en 24 horas del país sino me mataban, éramos cinco los que estábamos involucrados: Norman Briski, Nacha Guevara, Héctor Alterio, Horacio Guarany y yo. En cuatro días me tuve que ir. Ahí no experimenté miedo, lo que viví muy mal fueron los diez meses de exilio, me volví porque no aguantaba más”.
En esa línea, contó el sorprendente motivo que lo impulsó a regresar a la Argentina: “Lo cierto es que me volví a los diez meses, entre otras cosas porque era hincha de River y hacía 18 años no salíamos campeones y yo quería verlo campeón, entonces no te cuento lo que era el resultado de los partidos los domingos, tenía que esperar al lunes, me resultaba imposible”, reveló.
Por otra parte, en esa misma charla había revelado su relación con la muerte. “No le tengo miedo. Yo sé que todos nos vamos a morir, no le tengo miedo, pero morirme me va a dar mucha lástima… No quiero”.