Ana Laura Savi y Juan Emilio Zalazar tienen 8 y 10 años respectivamente. Son primos hermanos y desde hace 3 años también pareja de tango, una pasión en la que incursionaron casi como un juego, que ya conocen con cortes y quebradas y que el sábado por la noche subirán a escena, en una presentación que también para ellos -pese a su corta edad- tiene un significado especial. Es que además de marcar su debut artístico oficial, la menuda dupla -que ya ha sido la atracción en algunas fiestas escolares y, obvio familiares- integrará el elenco de "200 Otoños", el programa cultural lanzado por la comuna capitalina en el marco del Bicentenario, que reúne a 200 artistas y artesanos de la provincia, quienes mostrarán sus talentos mañana y el sábado en el Centro Cultural Estación San Martín (ver aparte).

"¿Nerviosa? No, porque como hemos salido en tantos actos… ", se jacta espontánea Ana Laura, quien junto a su primo son el número más joven de esta celebración bicentenaria.

La pequeña comenzó estudiando flamenco, pero luego se cansó y en la academia donde practica -en el barrio Rivadavia Norte- le dieron la posibilidad de bailar tango. Allí fue con su hermanita de 6 y dos primos -uno de ellos Juan Emilio- en calidad de parejas, como para probar. Y al final se entusiasmaron tanto que se quedaron. Incluso Juan Emilio ("un personaje", lo define la familia) hasta se prendió con las clases de jazz.

"Nada de nervios", reafirma el muchachito de pocas palabras, que ya tuvo su prueba de fuego en la escuela Timoteo Maradona, a la que asiste; y que confiesa que a sus amigos no les gusta el tango, cosa que lo tiene sin cuidado.

Además de los martes, cuando van a la academia de 17.30 a 19, los chicos -que no registran antecedentes tangueros en la familia y que son muy buenos compinches- no pierden oportunidad para ensayar. De hecho, nadie tiene que estar empujándolos y hasta preparan números sorpresa para las juntadas familiares, o para presentarle a su profe, Florencia Pizarro.

"El tango al principio es un poco difícil, pero después es fácil. A mí me costó un poco más que a Juan Emilio aprenderme los pasos, cómo se llaman… y a veces nos caemos, pero bueno", agrega la bailarina, que junto su primo -que vive a tres cuadras- miran con atención a las parejas que bailan en la tele "y comprendemos bien los pasos".

Aplomados para su corta edad, los chicos -que ya le sacaron viruta al piso al ritmo de memorables, como El choclo o Taquito militar- ya tienen la pilcha lista para el sábado a las 21, cuando harán lo que saben bajo las estrellas y ante la mirada de un público más numeroso, que no los intimida. Después de todo, ahí también estarán papis, tíos y abuelos chochos, para seguirlos conteniendo y alentando.