En el cruce de peatonales de Rivadavia y Tucumán, los libros fueron liberados para el público. En la puerta de la sede de Bibliotecas Populares, las obras estaban expuestas a la espera de ser llevados en la mano por niños y adultos.

 

En un cartel sobre el anaquel decía una leyenda, "Hoy es nuestro día. Si te gustamos mucho… entrá y llevanos con vos", como una suerte de lema de campaña, niños y niñas, padres, madres, escritores, escritoras y bibliotecarias transitaron por las calles manifestándose por la lectura, por las palabras, por los libros. En este clima de participación colectiva, fue celebrada la Fiesta Provincial del Libro. Con una serie de intervenciones urbanas, los amigos y amigas de las Bibliotecas Populares, con los personajes de los cuentos infantiles caracterizados, interrumpieron el tránsito de la Avenida San Martín por unos minutos para leer algunos títulos tales como La Odisea de Homero, los 100 poemas de Buenaventura Luna, El niño que fue maestro de Rodolfo Pini y Entre ángeles y abismo de Liliana Pividori; clásicos de Borges, Cortázar, Allan Poe, Salvador Gaviotta, José Ingenieros y muchos más, estaban en las manos de todos. El segundo punto de encuentro fue la Plaza del Bicentenario, atravesando el puente colgante, levantaron pancartas y carteles con consignas y frases escritas, un gigante con zancos y megáfono caminaba a paso lento junto a Patoruzú y la tortuga Manuelita, acompañados también por Caperucita Roja y el Hada de los Libros, quienes animaban a los niños a sacarse selfies. Frente a la gran fuente de la plaza, se tomaron otras lecturas, por ejemplo, de los cuentos y fábulas infantiles. Algunos curiosos peatones que transitaban por el lugar, se animaron a ver qué estaba pasando y se encontraron con la grata sorpresa de recibir un texto para compartir y leer. Al principio fue en privado, personal, pero después se exteriorizó utilizando el megáfono para, en voz alta, expresar las ideas. La última instancia fue el cruce de las peatonales del microcentro. Mientras circulaban las personas por el lugar, aprovecharon la suelta de libros que, ubicados los tomos en los bancos de cemento, de manera espontánea, el público venía a llevarse o intercambiar los títulos. Por la tarde la fiesta tomó cuerpo en el Museo Agustín Gnecco que, de manera más formal, hubo presentaciones de textos de autor, charlas e intervenciones artísticas, con títeres, danza y teatro. No fue un día más que pasara desapercibido para los que sostienen y defienden el uso del libro como instrumento de encuentro y conocimiento con el otro.

 

Movilizados por los libros. El puente colgante de la avenida Ignacio de la Roza, fue copado chicos, padres y bibliotecarios que celebraron el Día Nacional del Libro. 
La circulación normal del tránsito por las calles céntricas quedó virtualmente interrumpida por intervenciones del espacio urbano. Sentarse en la fuente a leer, culminó en una postal colorida para la tranquila mañana cotidiana.
(FOTOS:  MAXI HUYEMA)