"Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí…" dice la canción de María Elena Walsh que bien le calza a la radiofonía argentina, y por extensión, a la sanjuanina. Amenazada con finales apocalípticos que recrudecieron en épocas de incipiente televisión y con la eclosión de las nuevas tecnologías, sus 90 años (que se cumplieron ayer) la encuentran gozando de buena salud. Y más allá de algunos achaques, con pronóstico alentador. Así lo entienden figuras del medio, que fueron y son parte de esta "magia", que desde aquellas épocas de galena y radioteatro, hasta la moderna Internet, experimentó glorias y miserias, se sacudió y sigue dando que hablar.
"La radio goza de excelente salud. Para nada es el Patito feo de los medios. Su instantaneidad no puede ser igualada y se ha sabido adaptar con una ductilidad que a otros medios todavía les cuesta" dice rotundo Pedro Hugo Yélamo. "Es invencible, porque viaja con uno y encima es gratis", aporta Antonio Canales.
Económica, veloz, compañera, versátil… sus fortalezas naturales son esgrimidas como la fórmula de la inmortalidad. Pero no disipa los retos a los que todavía se enfrenta, en especial la sanjuanina, y que no pasan sólo por la renovación técnica, más obvia que real en estos tiempos. La creatividad y credibilidad en el manejo de los contenidos -dirán- son indispensables para cautivar a la audiencia, verdadero tesoro.
"Llega un punto donde hay uniformidad informativa y si querés saber algo lo buscás en Google. La salida ante eso es la propia creatividad", evalúa Eduardo Bustelo. "Es que el gran rival que enfrenta la radio es nuestra propia ignorancia para hacer radio. Por eso tenemos que llenarnos de conocimiento e imaginación", acotará Canales, convencido de que la gente no sigue a empresas, sino a comunicadores.
La falta de cumplimiento de las normas, que derivó en la multiplicación de emisoras y voces, muchas veces de dudosa calidad; es -según los protagonistas- otra espada de Damocles que aún pende sobre su cabeza.
"Hay muchos que hacen uso del micrófono sin ninguna preparación y a veces rozan lo temerario", critica Hugo Ciallella. "La falta de controles derivó en una saturación y una competencia absurda, que fue en detrimento de la calidad", sostiene Nina Galván.
Con errores y aciertos, ya sea informando, debatiendo, reflexionando o entreteniendo; sea que privilegie lo global o la aldea; la radiofonía enfrenta los desafíos del nuevo siglo. Señal que cabalga.

