Fabiana sigue sorprendiendo y dominando la escena en vivo. El show acústico tuvo diferentes climas y ambientes, con la frescura y carisma que la caracteriza.

Entre elecciones, vedas, reprogramaciones y retrasos, por fin el show de Fabiana Cantilo se hizo realidad para la alegría de los fans sanjuaninos (algunos que peinaban canas) quienes disfrutaron a pleno el concierto acústico brindado anoche en el Auditorio Juan Victoria. Sin dudas, es la máxima referente femenina del rock nacional, por su carisma, su personalidad y un enorme talento para tener ese feeling en el escenario, Cantilo puede darse el gusto a esta altura de su carrera de hacer lo que más le plazca. Y en esta oportunidad, con su formato actual en el cual viene girando, no le tiembla la mano para jugar y romper las fronteras entre los géneros, sale de su lugar de confort y de esa imagen de rockera que la ha caracterizado durante años para tomarse la licencia de incursionar por melodías, ritmos y canciones de otro palo, pero que la ve muy cómoda para moverse. De esta manera, su puesta ofrece dos guitarras, bombo y pandereta, junto a la cantante cordobesa Mariana Pellegrino y Marcelo Capasso. El trío en escena ofreció un recorrido musical por canciones que han marcado la infancia, adolescencia, juventud y adultez de Cantilo, que además, fiel a sí misma y a su esencia, la espontaneidad siempre fue directa, sin filtro y sin rodeos para comunicarse con su público.

El público se mostró dispuesto a escuchar a la cantante en sus variantes en tanto rock, folklore y tango.

 

Cantilo se puso a tocar el bombo con maestría.

 

El show comenzó un poco más de lo programado, con varios minutos de demora, pero la platea esperó pacientemente y con ánimos de escucharla. Cuando entró terminándose apurada el café, dejó la taza a un costado, enchufó guitarra, tomó el micrófono y a la cuenta de tres, puso a rodar la máquina con ‘Eiti Leda’, el clásico infaltable de Serú Girán en su repertorio. En el medio, le dio espacio para el folclore, como la ‘Tonada del viejo amor’ o la cueca ‘Juana Azurduy’, pero tampoco, se olvidó del flaco Spinetta con ‘Barro tal vez’, y sin problemas metió un tangazo: ‘Cambalache’. Con chistes y bromas, su ‘locura’ sincera y la energía que pone para tocar, fueron algunos de los muchos condimentos que vienen agregados a su espectáculo. Al cierre de esta edición, quedaba mucho por cantar y la velada se extendió hasta casi la medianoche. Sus seguidores, eternamente agradecidos.
 

FOTOS MAXI HUYEMA