Fue una disertación explicativa de conductas psicológicas, con renegada lectura marital y abundante comedia personal -y con acento chileno-. Así se enmarcó la conferencia que Pilar Sordo ofreció ayer en el Estadio Cerrado Aldo Cantoni, que convocó gratuitamente a más de 2.500 personas y se desprende de su primer libro "Viva la diferencia".
Invitada por el Gobierno para cerrar "El mes de la Mujer", la charla de la símil Bucay, comenzó pasadas a las 19.32 -con poca demora porque Pilar es muy estricta con los horarios, aseguró un integrante de su séquito- y con galantes flores de bienvenida (entregados por Daniel Molina, ministro de Desarrollo Humano y Elizabeth Luna, presidenta del Colegio de Psicología).
"Gracias por reconocer a esta loca que hace esto tan extraño", aseguró con picardía Pilar y visiblemente emocionada por el primero de los interminables aplausos posteriores.
Su spitch emocional condensó más de una hora y media de relato investigativo (y doméstico) y centralizó la atención parodiando las diferencias estructurales de pensamiento entre hombres y mujeres. Así, con porte elegante y remates cuasi teatrales, la psicóloga clínica compartió su personal observación sobre los géneros y subrayó que "compartir la investigación de Viva la diferencia es contar una parte de mí".
"He vivido muchas cosas en la vida y tuve el privilegio de haber sufrido mucho, pero gracias a eso pude reinventarme", confesó la "gurú", desdramatizando sus propias adversidades y entregando un discurso catártico -su claro combustible-. Contexto autorreferencial que Pilar aprovechó al máximo durante su empatía sanjuanina y que se basó en una investigación que "duró 8 años, se realizó en mucho países y partió en Chile con 4 mil personas entre los 5 y 90 años".
Arduo trabajo que captó la complicidad de los presentes reflexionando temas como el dolor, los hijos, "el marido", la autoestima, la histeria, la permanente necesidad de aprobación de la mujer (con celulitis incluida) o la postura esquiva de los hombres frente a su sensibilidad.
En fin, las conclusiones de Sordo, dejaron en claro que los polos opuesto se atraen, discuten a mansalva y pueden ser felices desde la diversidad -o morirse de risa en el intento-.
