A sus casi 93 años (nació el 4 de septiembre de 1920), una obsesión sigue golpeando a su imaginación, insistentemente. Así es que Jorge Leonidas Escudero, el entrañable Chiquito, continúa tras las huellas de la "palabra única’, como define a esa constante necesidad de hallar el término real de lo que busca transmitir, y que ahora dio origen a Sobrevenir, flamante libro que presentará hoy. Con algunos achaques a causa de su lumbago, sin embargo el poeta se muestra contento por esta publicación, que se suma a los más de veinte títulos propios desde La raíz de la roca en los "70, compilados nacionales y extranjeros, y a las creaciones como compositor folclórico que integran los álbumes San Juan a la redonda y Busquedades (musicalizados por José Luis Aguado Castro y Pablo Maldonado).
"¿Por qué Sobrevenir?, porque una cosa lleva la otra, porque es consecuencia de ciertas cosas que no había dicho y se imponía que las dijera, es el venir después de aquello’, apunta el hombre que con su esposa, ya fallecida, tuvo dos 2 hijas: Rosita, que vive con él; y Ana, que le dio 3 nietos, dos viven en España, una de las cuales una le dio una bisnieta llamada Sofía.
Miembro de Honor de San Juan por la Fundación Argentina para la Poesía, Diploma de Honor por el Honorable Senado de la Nación, Ciudadano Ilustre de Rawson y primer sanjuanino en recibir el Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de San Juan, las letras lo poseyeron de grande, cuando atravesaba las 5 décadas. Hoy, es uno de los máximos exponentes de la literatura local. Acerca de su obra, se publicó una antología en México y se realizaron documentales como Oro nestas piedras, proyectado en espacios como el MALBA en Buenos Aires, y en su honor ya se desarrolló la segunda edición del concurso literario que lleva su nombre. Sin embargo, prefiere mirarse al espejo y decirse que aún no lo es y que "quisiera concretarlo’, como señala con la sencillez de los grandes maestros.
Inagotable, indagador, hizo de la poesía su forma de vida y construyó sobre ella el refugio perfecto para los recuerdos de esa montaña que recorrió en sus años mozos; de sus tertulias de café entre amigos y aquella vieja pasión por los juegos de azar que descubrió en las eternas noches de casino en Mendoza, adonde fue a estudiar la carrera de Agronomía en la que sólo cursó primer año para meterse de lleno en el paisaje rocoso en busca de la ruta del oro, como dice, "allá por la loma del diablo’.
Según sus palabras, esos temas "siempre están metidos ahí, en esa memorización de la vida de uno, todos los recuerdos, los amigos, el pasado, los paisajes, los lugares en los que uno anduvo’.
Quizás un capricho o tal vez una manía que juega entre tintas y borradores; pero encontrar la palabra absoluta, para él, es un deseo que "viene solo’. "Siempre la busco. Espero concretarla y cuando hago el intento, veo que falta mucho…’, reflexiona Escudero, con su honda mirada apenas acariciada por los rayos de sol que se escabullen por las ventanas, al taller donde lo aguardan sus musas, entre libros, escritos, dibujos a mano y piedras coleccionadas en su época de pirquinero.

