Elegir la pieza musical correcta y repetir los fraseos una y otra vez, en el tiempo justo para la práctica de los alumnos de danza, no es una tarea sencilla. Y tampoco frecuente desde que los equipos musicales cundieron en el mercado. Pero aquí en San Juan, Rosita Medawar supo ser, durante más 30 años y hasta no hace mucho, la única profesora de música que acompañó en vivo las clases de ballet de varias escuelas en la provincia. Y con su don, no sólo supo cultivar una manera de enseñar las artes del movimiento, sino también ayudar a sentirlas en plenitud. Hoy, cuando se celebra en el mundo el Día de la Música, DIARIO DE CUYO se introdujo en la vida de esta mujer que ha dado todo por la docencia y la formación musical de varias generaciones de bailarines sanjuaninos. Y aunque el canto, la poesía, el teatro y los instrumentos también colman su espíritu, es su particular forma de entrelazar pasos y pentagramas una de sus labores más destacadas.
Hasta finales del siglo XIX, las clases y ensayos eran acompañados con violinistas o pianistas, era un requisito exclusivo para bailarines y maestros de danza, especialmente en Europa. Durante años, los institutos provinciales no se acostumbraron a esta modalidad, y se optó por una pista musical, casete o disco compacto. Pero para Rosita (quien también integra la troupe de la Peña La Tonada) la diferencia es gigante, y por eso el piano ha sido su más fiel compañero a la hora de trabajar con los estudiantes de ballet. Una vocación que fue tomando forma de la mano de la maestra de maestras.
‘Nebita Alladio, una gran mujer a la cual siempre estaré agradecida, me dio la oportunidad para ser el puente pedagógico con los estudiantes y hacer mi trabajo en el ballet del colegio Pavlova. Para mí fue ser una madre para los alumnos. Cuando participé en las primeras clases descubrí lo que era capaz de hacer’, recuerda la docente. ‘Con los estudiantes, la profesora de danza y yo, hacíamos un trabajo integral de 1 hora y 45 minutos. Las clases eran jocosas, las chicas salían convencidas, alegres y satisfechas. A las alumnas les pude transmitir la pasión por la música. Cuando llegaba al aula, abría la tapa de la pianola y la clase comenzaba con canciones de María Elena Walsh o con música de películas. Los niños soñaban cuando escuchaban El padrino, La Bohemia, canciones de Buenaventura Luna, valses antiguos y hasta el Arroz con leche en una milonga. Ellos se compenetraban enteramente con los sonidos’, relata Medawar, quien después de un tiempo pasó a trabajar para el Instituto Superior Isadora Duncan, de la mano de Cecilia López de Pasetti.
‘Realmente no sé por qué no hubo más casos como el mío. Quizás había miedo de los profesores, lo verían demasiado difícil o no se tenía incorporada la costumbre. Hoy es más común poner una pista grabada. También hay que ver que esto viene del estilo europeo, donde a la música de la danza la hace el pianista y no hay nada grabado. Eso es muy importante porque valoriza el trabajo integral entre maestro y alumno. Hace de la clase más comprensiva y más didáctica’, comentó.
Actualmente, pese a sus problemas de salud, Rosita se mantiene en actividad y se muestra orgullosa por todo lo que logró en su carrera. ‘Me hizo muy feliz esta magnífica tarea, amena y preciosa. Aunque mi sueño siempre estuvo en actuar sobre el escenario como artista, cuentista, cantora y bailarina folclórica, no lo pude hacer porque en mi juventud, ser una artista no era bien visto como profesión; hacer teatro o danza era poco valorado para la familia. Hoy San Juan tiene un extenso programa musical en lo folclórico, lo clásico y lo contemporáneo. Hay muchos institutos y academias que trabajan. Es muy valioso e interesante lo que sucede, se multiplican los espacios y los teatros, por toda la provincia. Y esta realidad, me deja tranquila. Eso sí, me atrevo a decir que más que nunca se necesita una profesora de música que toque el piano en las escuelas’, se explaya la pianista. Y concluye conmovida: ‘La música y la danza, así como el canto, la poesía y el teatro, unen a los pueblos, a las culturas y a las clases sociales, así que en el Día de la Música les mando un abrazo fraternal a todos los que los hacen. Y especialmente a los que fueron mis alumnos y compañeros… los saludo y recuerdo con todo mi cariño’.
