El arte de proyectar películas es un oficio que va borrándose en el tiempo, pero que aún persiste en el alma de Don Héctor Videla. Durante más de 60 años dedicó su vida a colocar las latas de cinta de celuloide en alrededor de 15 salas que funcionaban en la provincia, desde los "50 a los "90). Y pese a los saltos tecnológicos, los títulos pochocleros y el furor por el 3D, con sus 80 abriles Don Videla sigue trabajando el viejo proyector para rollos de 35 milímetros en el Cine Teatro Municipal (Ex-Cine Estornell / San Juan) con tres funciones semanales de cine nacional. Quedan muy pocos como él en plena actividad, tal vez sea el único en la provincia. Y esta particularidad y las historias que atesoró a lo largo de su vida fueron el motivo principal para la realización de un documental de la mano de la directora sanjuanina Florencia Poblete. El cortometraje se llama "El Apagón" y materializa en imágenes las memorias de Don Videla en los antiguos cines de San Juan. Humilde y campechano, el operador de cine abre las puertas de la sala de proyección y comienza a rodar la cinta de su pasado.
Don Videla nació el 19 de octubre de 1932. A los 15 años abandonó la escuela y se dedicó a trabajar hasta que consiguió un puesto en el antiguo cine Sarmiento (quedaba por Mendoza antes de Rivadavia). Sus tareas eran simples, picar boletos, acomodar a los espectadores, limpiar pasillos y ser el caramelero que rondaba durante el intervalo de las funciones. Pero fue el 25 de mayo de 1950 una fecha clave para él: ese fue el día de la inauguración del Cine San Martín y allí comenzó a operar las máquinas proyectoras gracias a las enseñanzas de los hermanos Santiago y Ricardo Cedeño. "Desde muy joven se me presentó la oportunidad de aprender este oficio, que es el amor de mi vida", expresó el protagonista.
En aquel tiempo, habían funciones de jueves a domingos: de 14 a 17 eran los matinée; de 17.30 a 21 las especiales; a partir de las 21.30 era la estelar y trasnoche a las 0.30. (ésta última era para las películas condicionadas o "verdes" porque en ese color se mostraban las escenas de desnudo). "Durante años manejé películas de celuloide, un material altamente inflamable. Luego pasamos al acetato y después al sintético poliéster", contó el hombre que vivió abruptamente cada cambio tecnológico. También cambiaron las formas de filmación y producción con cada innovación técnica; hecho que modificó a su vez los lenguajes propios de la cinematografía. Pero Don Videla no reniega de ello, por el contrario, trata de aprender los últimos adelantos para adaptarse, aunque le cueste enormes esfuerzos. Pero aunque experimentó el novedoso formato 3D que es el furor de la actualidad, tiene sus reservas al respecto: "No me convence, para mí el Cinerama producía imágenes en tercera dimensión mucho mejores que el de ahora", sentencia.
Otra cosa que destaca es que cuando no existía el imperio de la televisión, ir al cine para un sanjuanino era todo un acontecimiento familiar, social y cultural. "Reunía a toda la familia para ver las miniseries y los noticieros Sucesos Argentinos, el Noticiero Panamericano, que todas las semanas las salas se llenaban", rememora Videla.
La vieja sala 2 del Municipal está en completo desuso y destinado a un depósito; mientras que la principal -que ha sido restaurada recientemente- está destinada al Espacio INCAA KM 1100. Allí, en su paraíso, Don Videla no se aleja del viejo proyector. Juntos se convirtieron en una parte viviente de la historia de ese complejo. "Toda mi vida le dediqué mi amor al cine y es uno de los pocos oficios que se ejercen por gusto, no por obligación. Estoy satisfecho de todo lo que hice. Viví plenamente mis años y los que me quedan, seguro habrá una función más por pasar’, concluyó sonriente.

