Los bailarines ensayaban algunos trucos en el escenario, los técnicos probaban luces y Juan Rodó tocaba el piano concentrado, marcando sus escenas. El elenco de Drácula se preparaba para su nueva actuación en San Juan y la rutina quizás era parecida a la del resto de los elencos. Pero si algo parece distinguir a este grupo es el buen humor y el compañerismo reinante entre sus integrantes, la mayoría muy jóvenes. Sin el contexto de los camarines del Teatro Sarmiento, este grupo de virtuosos artistas podría ser confundido con un grupo de amigos -y quizás muchos lo sean- que se prepara para una fiesta. Hasta que, de a poco y casi como escalonados, empiezan a calentar voces. Todo sirve, desde algún fragmento de ópera hasta una canción de moda de esas que suenan en la radio, pero, claro, magistralmente cantada.

Rodó baja a su camarín, donde no lo esperan excentricidades, sólo una botella de agua mineral, un yogurt y algunos chocolates. Toma sus maquillajes y comienza la transformación que él mismo logra en pocos minutos. Drácula aparece en todo su esplendor. Amable y dispuesto a las fotos, el cantante pide un poco de espacio ya minutos antes de salir a escena.

"San Juan está en la sala", dijo uno de los asistentes de la producción y cantantes y bailarines dieron los últimos retoques a sus maquillajes y vestuarios ya listos para salir a escena.