La música africana arribó a la Argentina de muchas maneras. El Río de la Plata fue el centro más importante que recibió las influencias del continente negro, de las que emergieron posteriormente formas como el tango, el candombe y la milonga entre los siglos XIX y XX. Pero en la actualidad, a consecuencias de un mundo "globalizado" -si algunos prefieren llamarlo así- resulta más accesible a tomar contacto con la cultura africana; y es bajo ese influjo que sus ritmos, sonidos y danzas, ancestrales y actuales, volvieron a difundirse progresivamente en el país.
Lejos de ser una excepción, en San Juan también se está sintiendo está "onda" afro. En este rumbo, un grupo de estudiantes de música se conectaron con los sonidos africanos mediante libros, seminarios, talleres e internet; y encaminaron el proyecto musical llamado Acirfambé: un ensamble de percusión y danza de reciente formación, que se consolida como los pioneros en difundir el género en la provincia; manifestación de la que los sanjuaninos podrán ser testigos hoy, en el Museo Franklin Rawson (ver aparte).
El grupo está integrado por casi 17 jóvenes con un promedio de 20 años de edad. Actualmente, el ensamble, está formado por José Andrés Pérez, Gustavo Rodríguez, Nicolás Sosa, Alexis Betancourt, Maxi Sowter, Álvaro Ponce, Ángel Rodríguez, Elsie Flores, Sol Duarte, Tamara Tello, Silvina Correa, Ana Macías, Laura Vargas y Mariana Victoria Aguiar. Se presentaron por primera vez en público en el Auditorio Juan Victoria, el año pasado, junto a Tito Oliva Cuartet y fue todo un éxito. A partir de ese momento, el conjunto comenzó a madurar y a producir sus propios conciertos.
José Pérez, es el referente de los instrumentistas del ensamble, desde los 10 años que hace percusión y cuenta cuál es la mística de la música afro: "Hacer música con los instrumentos africanos es una experiencia linda. De los tambores emana una energía que motiva y alegra. Tocar con las manos hace una conexión muy especial más que con baquetas", dijo José. Lo mismo ocurre con la danza, que libera mucha "euforia". Para la bailarina Ana Macías, sostiene que ‘la danza y la percusión están hechos el uno para el otro. Todo es muy integrado’. Según lo que estudió ella, la danza está incorporada en todos los momentos de la vida de los africanos, ‘hay ritmos para la seducción, para el amanecer, para los rituales de iniciación, para cuando alguien muere, para trabajar, para la cosecha, para llamar a la lluvia, etc. El sonido del tambor y el cuerpo en movimiento, siempre está presente. Para interpretarlo como ellos, hay que sentirlo, saber que significa’, explicó Macías.
Acirfambé reinterpreta los sonidos ancestrales de las tribus Malinké del Noroeste de África, Guinea, Senegal y Costa de Marfil. Cuando se presentan los domingos en el Parque, en boliches, ferias y acontecimientos culturales, llaman mucho la atención del público, según dice José: "Quienes se contagian mucho de nuestros ritmos son los niños. Miran de cerca y se fijan cómo tocamos los tambores, les transmitimos mucha energía y vitalidad, les encantan bailar".
El ensamble trabaja con instrumentos típicos el dundun kenkeni, el sangban y doundounba. Estos tambores proporcionan una base rítmica y melódica para el conjunto de voces del djembé. Pintura de rostros, máscaras y vestimentas coloridas forman parte de la producción también. Sin embargo, tienen ganas de contar con vocalistas, que en algún futuro puedan incorporar. "Nos haría falta un cantante que sepa los significados de cada pasaje, cada ritmo. Estaría bueno tener una voz al frente, esperamos hacerlo pronto", dijo Macías.

