Del 12 al 14 de septiembre se realizará por tercera vez en Argentina el Mutek, festival que tiene su centro en la música electrónica, pero también se expande hacia un universo que indaga en la cultura digital. En diálogo con Telam, su creador, Alain Mongeau, comentó que "en los ’90, y todavía un poco ahora, la música electrónica estuvo asociada a la fiesta y drogas, al movimiento rave, al DJ y a comportamientos excesivos. Era una conexión que se hacía automáticamente"; y este Festival contribuyó a darle forma de "expresión y respeto". "El horizonte es el de creatividad digital y lo que se desarrolla alrededor", sostuvo. 

Además, el encuentro internacional de origen canadiense, que también tiene sedes en México, España, Japón, Estados Unidos y Emiratos Árabes, ofrecerá una programación que enfatiza la diversidad y la igualdad de género. Las mujeres ocupan más del 60% de la grilla, y de ese porcentaje forma parte una sanjuanina, la paisajista sonora Laura González, seleccionada para representar al Nuevo Cuyo en el marco del programa Amplify del festival, destinado a mujeres que crean música electrónica y experimentación sonora original; a través de un acuerdo con Inamu y British Council. 
 
– ¿Cómo llegó el festival a Argentina? 

– Nunca fue la idea exportarlo pero después de la primera edición productores de otros países se empezaron a contactar. Desde finales de los ’90 estuve muy involucrado en el Festival Internacional de Cine de Montreal programando la sección Nuevos Medios y aprendí cómo hacer un festival. Había festivales para todas las disciplinas excepto para la creatividad digital, entonces apliqué el modelo de festival al arte digital y creé una plataforma para presentar artistas en acción, porque cuando se habla de música electrónica la gente piensa en fiesta y Djs; la idea fue centrarse en los que crean arte, y actualmente el 95% de los contenidos son de aristas en vivo. Fue importante desarrollar la investigación sobre la práctica artística y la tecnología, a través de conferencias, y una liberación que se posicione como el primer festival nativo de cultura digital. La primera edición en Argentina, en 2004, tuvo un éxito relativo por las dificultades económicas que acompañaban al país, pero hace cuatro años me contactaron para armar nuevamente la iniciativa en Buenos Aires, y ahora llega la tercera edición.

– ¿Por qué se da la disparidad de géneros en un arte que es de vanguardia?

– Es un terreno un poco frágil. Tengo la hipótesis de que durante muchos años la música hecha con máquinas parecía algo frío y poco sexy y que por eso las mujeres eran menos atraídas, pero me di cuenta de que era una posición estereotipada. Hay discriminación desde siempre y por muchos años se pensó que las mujeres no podían tener relación con la tecnología. Ellas tuvieron que demostrar que podían desarrollar el mismo vínculo que tiene el hombre con la tecnología; no hay diferencia entre el modo de crear de la mujer y el hombre.