Con 40 años dedicado a la guitarra, es común asociar a Juan José Olguín con ese instrumento, con el que ha sabido lucirse en distintos escenarios. Sin embargo, el músico nacido en Buenos Aires y radicado en San Juan, docente jubilado de la UNSJ y creador del la Orquesta de guitarras universitaria, abraza desde mucho antes otra pasión, a la que poco a poco ha vuelto a darle espacio: el bandoneón. En 2021 hizo su rentré como solista, acompañado por algunos invitados. Y lejos de darse por satisfecho, fue por más: Armó un repertorio de tangos y convocó a un seleccionado de artistas para llevar adelante una atractiva propuesta que, bajo su dirección, esta noche estrenará en el Auditorio Juan Victoria: "Concertango", que comparte con los músicos Hugo Figueroa, David Molina, Mariana Montañez y Alex Zuzuk; y el cantor Ricardo Bazzetti. De esto dialogó Olguín con DIARIO DE CUYO.
– ¿De qué trata Concertango?
– El año pasado hice en el Bicentenario "Homenaje al bandoneón", un par de piezas cantadas y el resto bandoneón solo, con un narrador y pareja de baile. Fue un trabajo que preparé durante la pandemia, muy lindo. Y cuando todo empezó a flexibilizarse se me ocurrió trabajar con otros instrumentos. Primero elegí el repertorio, estudié cómo quería presentarlo y entonces seleccioné a los músicos. Incorporé dúos como piano-bandoneón, violín-bandoneón y canto-bandoneón, trío de guitarra clásica, contrabajo y bandoneón; y quinteto con piano, bandoneón, guitarra eléctrica, violín y contrabajo. Son dos tangos en cada formato y el final con los seis integrantes del proyecto. Eso lleva obviamente a una variedad de sonoridades.
– Convocó a artistas académicos y populares…
– Yo me considero músico de formación clásica pero que ha transitado la música popular, también desde una perspectiva más académica. David Molina fue solista de contrabajo de la Sinfónica y titular de la Cátedra de contrabajo de la UNSJ, pero también participó en muchos grupos de rock con el bajo eléctrico y fuimos compañeros en Jazz Ensamble. En el caso de Hugo Figueroa, guitarrista, egresó como profesor de la Universidad y siempre tocó guitarra eléctrica en distintos grupos, es muy activo en los dos ámbitos. Mariana Montañez está en el último año de la carrera de piano y este será su debut en la música popular. Alexander Zuzuk es suplente concertino de la Sinfónica pero también toca guitarra eléctrica y ha tocado música popular. Y Ricardo Bazzetti, cantor, es de extracción netamente popular pero con una formación vocal importante.
– Una fusión enriquecedora…
– Totalmente. Desde cómo me formé y desarrollé como músico entiendo que es posible llevar las dos formas de trabajar: la popular, tal vez más intuitiva, sin tantas reglas; y la académica, que es más estricta. La suma de ambos saberes y destrezas otorga una riqueza especial y es lo que siempre recomiendo a mis alumnos. La fusión de lo clásico y lo popular es interesante; también la generacional, porque somos dos los jubilados, David y yo…
– ¿Qué diferencias sustanciales hay entre lo académico y lo popular?
– Depende de los géneros populares, pero lo sustancial es cómo se transmite: La música clásica está basada en la lectura y escritura, no hay forma de transmitirla si no es por la escritura musical; y la popular tiene sobre todo una transmisión oral, aunque hay matices según los géneros y épocas. El tango está en los bordes, porque también se escribe, no con tanto detalle como la música clásica, pero en algunos sí. Esto ha ido evolucionando con el tiempo y las músicas incorporan lenguajes de otros estilos, por ejemplo el tango de Piazzolla incorporó la improvisación proveniente del jazz… Bueno, en este programa también transitamos distintas épocas, porque el de guitarra criolla, contrabajo y bandoneón es un formato tradicional antiguo; y el quinteto, que incluye guitarra eléctrica, es moderno. Vamos a ir saltando de una época a la otra…
– ¿Ese recorrido fue algo intencional, planeado?
– No, dije "A ver qué música me gustaría tocar…" y empecé a buscar, a escuchar. Hay una pieza para quinteto de Piazzolla, La camorra, que creo que es un estreno en San Juan porque es muy poco conocida y se ha tocado poco. Decidí dejarla en el formato original, de la única grabación que se hizo. Adiós Nonino tiene muchas versiones, yo elegí el quinteto. Fueron surgiendo los formatos en función de las sonoridades que quería que se escucharan…
– ¿Es un desafío para usted mostrarse en esta faceta?
– Son más de cuarenta años de guitarra contra dos o tres que llevo mostrando lo que hago con bandoneón… No me gustaría que me ubiquen como "el guitarrista que toca el bandoneón", porque son casi dos personalidades separadas que conviven en mí por mi propia historia como músico. Toqué bandoneón desde chico, a los 13 ya tocaba en orquestas típicas en Olavarría, Buenos Aires. Mi último trabajo como bandoneonista fue a los 17, en la Municipal Popular de Olavarría, una sinfónica que tenía tres bandoneones. Luego me atrapó la guitarra eléctrica, después la clásica y el bandoneón quedó en el olvido.
– ¿Por qué guitarra, cómo fue esa transición?
– Cuando terminé la secundaria y decidí estudiar música, con mi antiguo profesor de bandoneón tramitamos en el Conservatorio de Olavarría para que enseñaran bandoneón, que no se enseñaba en esas épocas en los conservatorios. Dijeron que no, entonces como yo ya estaba inscripto, dije "Bueno, estudio guitarra" (risas). Si hubiera habido bandoneón, posiblemente mi destino hubiese sido diferente, pero se dio así. Cuando retomé el bandoneón empecé a recordar lo que tocaba de niño, a recuperar la técnica y ahora estoy poniendo ahí mis saberes de músico, en general.
– ¿Cuál fue el "click" que lo hizo volver al primer amor?
– No sé… Yo conservaba mi antiguo bandoneón y también tenía una caja de libros y partituras, nunca los deseché. Un día, a raíz de una mudanza creo, vi el bandoneón, estaba muy arruinado. Lo hice restaurar y me puse a tocar pequeñas cositas. Me dedicaba un ratito cada día, porque fue en el 2012 cuando yo estaba en plena actividad como profesor de la UNSJ y había formado la Orquesta de guitarras universitaria. Con esa orquesta empecé. Un día llevé el bandoneón a un ensayo, les dije que íbamos a probar a ver si combinaba y combinó muy bien. La primera pieza que volví a tocar en público fue Libertango, de Piazzolla, con la Orquesta de Guitarras. Entre 2012 y 2019 -cuando me jubilé- hicimos dos o tres piezas.
– ¿Fue movilizador para usted?
– Sí, porque cuando retomé empecé a recordar aspectos de mi vida afectiva, sobre todo los relacionados con mi papá, mis hermanos… Mi papá me mandó a estudiar bandoneón y amaba mucho lo que yo hacía. Pese a que él tocaba guitarra como aficionado, le dolió mucho cuando dejé el bandoneón por la guitarra, él me veía como bandoneonista. Creo que la cuestión afectiva fue importante para retomar, además del gusto de tocar, claro. Tal vez fue uno de los factores que me impulsó a hacerlo…
– Y por el entusiasmo, parece que el bandoneón volvió para quedarse…
– No está previsto, pero creo que voy a seguir trabajando en esto… me gustaría mucho porque los músicos que me acompañan son extraordinarios y eso garantiza un trabajo tranquilo y con buenos resultados, así que es para pensarlo… También me interesaría mostrarlo en otros lugares dentro y fuera de la provincia… Me voy planteando hitos, no muy cercanos pero tampoco a larguísimo plazo; y ahí vamos… Hasta dónde llegaremos, no sé.
DATO
Concertango. Obras de Piazzolla, Troilo, Mores, Contursi, JP Jofre y otros. Hoy a las 21.30 hs. Auditorio Juan Victoria. Entradas $300 en venta en boletería y tuentrada.com