Carlos La Mona Jiménez pudo terminar la presentación que había dejado trunca hace 24 años y desató su maquinaria cuartetera en la 52º edición del Festival Nacional de Folklore. A las tres de la madrugada de ayer, cuando no cabía un alfiler en una Plaza Próspero Molina con mucha presencia policial, La Mona Jiménez entró al escenario usando un poncho y acompañado por sus hijos Lore y Carli. El cuartetero cantó primero folclore, invitado por Los Cuatro de Córdoba, recitando parte de la Zamba de Alberdi y después ya con una musculosa azul eléctrico, el astro cuartetero comenzó bien arriba con "¿Quién se ha tomado todo el vino?". Hubo euforia en la meca del folclore. Así sonaron uno a uno los clásicos como Taxi taxi, El marginal y Beso a beso, a lo largo de una hora y cuarenta minutos de show, un espacio que pocos consiguen sobre el escenario mayor coscoíno (el Chaqueño Palavecino cantó una hora 50), frente a unas 10 mil personas que deliraron con su música.
"Fuimos echados como perros de Cosquín, pero esta igual no es una revancha. Vinimos a terminar lo que quedó pendiente en el 88", dijo La Mona sobre el final de su actuación, en referencia a los incidentes que se produjeron en el público en 1988 que provocaron la suspensión del espectáculo. Esta vez, La Mona cerró la quinta luna con la fuerza cuartetera que pareció romper el maleficio que lo mantuvo alejado de la Plaza Próspero Molina.

