Juntemos canciones de 2012, 2013, 2015, 2016 y saquemos un disco a ver qué pasa. Esa pareciera haber sido la premisa para hacer “Volumen 11”, un disco extraño aunque no por ello menos bueno. “Apocalipsis En Malasaña“ abre de manera urgente un disco de 18 canciones (mas una oculta), una canción escrita para la película “El Bar” de Álex de la Iglesia. “Frío y Barro (2° Parte)” es una buena balada oscura con un Calamaro cuasi imitando por momentos a Spinetta pero la voz ya no le da para esos falsetes. Luego llega “Rock y Juventud”, una de esas canciones nostálgicas en donde Calamaro encuentra la química perfecta de melodía, ritmo loopeado y un arreglo de teclados en el estribillo tomado prestado de “Strawberry Fields Forever” (The Beatles), logra una canción que será coreada en estadios con celulares luminosos.
 

 

Comienzan las referencias y homenajes con “Tan Triste No Es El Blues” en donde cita a Pappo con “No obstante lo cual”. Un blues rioplatense de tristeza alegra y Andrés tocando bajo, guitarra y teclados. “La Noche” es el primer corte y la única canción impecablemente producida por Cachorro López que recuerda a la etapa de “Los Rodríguez”. Es la única canción que más desentona con el grueso del disco. “Atunes y Ballenas” es una canción deshilachada, desganada pero para prestarle atención. “Mi cuerpo es mi barco, un envase que termina arrugado, en la basura como un envase de vino sin vino, en la basura como un cartón de vino vacío”.

 

 

En el track 7 homenajea a Spinetta haciendo un sentido cover de “Como El Viento Voy A Ver” de Pescado Rabioso. Pasamos del rock al bolero arrabalero con “Mareo” de Babasónicos. “El Huevo y La Gallina” encuentra al Salmón en guitarra, harmónica y voz para un blues calamaresco. Sigue el blues, siguen los homenajes y las versiones, esta vez con “Blues De Santa Fe” de Pappo’s Blues. A continuación un blues-rock recitado titulado “Las Almas Agradecidas”, en donde reconoce su bestialización y antitacto. Llega el rock mid-time deforme de “Vampiro Torero”, una canción para el olvido. Seguimos en plan rock con “Pánico en Benidorm” y “Cazador De Ateos”, esta última estimo será fuertemente repudiada por los defensores de animales. Andrés siempre dejó en claro estar a favor de las corridas de toros y más allá de las críticas recibidas redobla la apuesta diciendo “Me río a carcajadas de la compasión con animales, tienen razón la vida humana no vale un centavo… Qué maricón preocuparse por ballenas”.

 

Otro homenaje a Pappo suena en “Hasta El Cielo” una hermosa canción que muestra al Calamaro multiinstrumentista. “Blues y Orquesta” consiste en una canción con una épica melodía de una orquesta secuenciada y el Salmón recitando frases brillantes. Otra versión, otro homenaje, esta vez una ranchera con arreglos clásicos, se trata de “Que Te Vaya Bonito” de José Alfredo Jiménez, una versión absolutamente respetuosa y sentida. De colección.
El final es de lo más inesperado, el instrumental “Trujillo Libre”, un jazz-rock latino de casi 12 minutos que tiene hasta un solo de batería, una suerte de jam session que nos recuerda algunas bandas argentinas de los años 70s. Track Oculto: “La Burra” un funk jazz de Jorge Larrosa y cuya voz está en la canción.

 

Olvídense de discos como “Alta Suciedad”, “La Lengua Popular” o “Bohemio”. “Volumen 11” es por momentos caótico. Calamaro perdió la oportunidad de hacer una obra maestra. El disco tiene tanto blues que podría habernos sorprendido con un gran disco blusero. De no haber incluido “La Noche” podríamos estar hablando de “Grabaciones Encontradas III”, pero no, el capricho pudo más. El álbum tiene sus altibajos, hay momentos sublimes y otros que rozan lo horrible. Si lo pesamos el saldo es positivo. En términos generales es un disco que muestra al Salmón al natural. “Volumen 11”, es muy bueno, raro, pero muy bueno.  19 canciones, poco más de 1 hora, después de varias escuchas el oído lo recibe mejor.