En la cima absoluta. Así estaba Rodrigo cuando se presentó por última vez en San Juan. Fue durante la madrugada del 11 de marzo de 2000. Lo que prometía ser una verdadera fiesta, se convirtió en un escándalo en el que el público enfurecido terminó gritándole "ladrón" al cordobés. 

El comienzo del show estaba previsto para la 1.30. Sin embargo, las ocho mil almas que colmaron la cancha de Trinidad tuvieron que esperar 3 horas. Recién a las 4.40 Rodrigo se hizo presente en el escenario. Sin embargo, a la gente no le molestó esperar por el ídolo. Al principio todo fue una fiesta. Familias enteras, niños, adolescentes, adultos. Todos querían cantar y bailar al ritmo del Potro. 

"Es un gusto compartir la música del cuarteto aquí en San Juan", dijo escuetamente y comenzó con las estrofas de ‘Yerba Mala’, el éxito del momento. Ante un griterío ensordecedor, siguió con ‘Cómo le digo’ y eso fue el principio del fin. Por motivos que nunca estuvieron demasiado claros, comenzaron a producirse a desmanes entre la gente, los guardias y la policía. 

Según las crónicas de la fecha, los mismos custodios del músico fueron quienes arrojaron gases lacrimógenos, desatando el caos. Ojos irritados, jóvenes corriendo de un lado al otro, gritos y desmayos. En represalia, el público comenzó a tirar piedras, latas de gaseosa y todo lo que encontró a mano. 

 

Mientras, arriba del escenario todo seguía con normalidad. Rodrigo comenzaba a cantar ‘Fuego y Pasión’, una lata de gaseosa rozó a Rodrigo. La música paró de sonar y el músico se quedó en silencio. "Eh, paren de tirar. Digo esto porque el otro día tiraron un zapato y el show se terminó. Es una falta de respeto", amenazó.

Después continuó con ‘Voló, voló’ y ‘840’. Cuando entonaba las primeras estrofas de ‘Lo mejor del amor’, a las 5,15, sólo 35 minutos de haber comenzado el espectáculo, un tarro lo golpeó en el pecho. "Gracias por el tarro", dijo, tomó su campera y se fue para no volver.

En ese momento el público estalló de ira contra el cordobés. ¡Rodrigo estafador! y ¡Ladrón! fueron sólo algunas de las cosas que le gritaron.

Casi seis temas, un estadio con serios destrozos y varias personas que debieron ser asistidas por médicos fueron el saldo de una noche bochornosa.

Tres meses más tarde, el Potro cordobés perdería la vida en un fatídico accidente.