En honor a San José, esposo de María, carpintero y artesano, hoy se celebra el Día del Artesano en todo el mundo. Y la efemérides bien alcanza a San Juan, donde las artesanías tienen un enorme valor cultural, y cuyo rasgo más fuerte sigue siendo la vigencia de la producción textil como la actividad más representativa; dejando en un segundo plano a otros rubros como la talabartería, el cuero, la madera y el metal. Según el relevamiento del Mercado Artesanal de la provincia (dependiente de la Dirección de Acción Cultural del Ministerio de Turismo y Cultura), el trabajo textil ha logrado sostenerse con los años gracias a las mujeres tejedoras que subsisten en departamentos como Jáchal, Iglesia, Calingasta y Valle Fértil. La particularidad de sus tejidos es que son en general mantas teñidas con tinturas naturales, aunque algunas actualmente incursionan también en el teñido artificial. Lo cierto también es que quedan pocas tejedoras tradicionales, y las que continúan con esta tradición son de avanzada edad; y además, por el hábitat inhóspito en el que se encuentran, acarrean algunas enfermedades. Doña Herenia Moyano, Calixta Mallea, Cristina de Godoy, Margarita Godoy, Ermela y Edith Balmaceda Inés González y Reina Torres son algunas de estos baluartes.
Otro dato curioso es que, en la mayoría de los casos, no son las hijas de estas mujeres, sino las nietas, las que dan continuidad a su pasión, pero inevitablemente, tienen que adaptarse a las necesidades y demandas actuales del mercado tanto interno como externo. Por ejemplo, es el caso de empresas mineras que contratan a estas artesanas para que les provean a los obreros mantas de abrigo. Lo estético también es un punto clave. Las nuevas generaciones vuelcan sus esfuerzos para capacitarse en diseño de indumentaria y nuevas utilidades, como el hilado fino, el tejido a telar de tapices para cuadros, telares de pie, de mesa, alforjas para sillones, manteles y colchas. Y también, en la fusión de materiales, ya que es más común hoy ver adornos que mixturan tejidos y maderas, por citar un par de casos.
Estos productos tienen como destino principal las importantes ferias artesanales del país, como las de Córdoba, Buenos Aires (La Rural), Entre Ríos e incluso San Juan, que son plazas de nivel internacional. Los productos que más se comercializan son mantas, frazadas, peleros, ponchos, alfombras, tapices, manteles entre otros productos tejidos, cuyo principal insumo es la lana de oveja. Escenarios importantes si los hay, ya que históricamente uno de los principales problemas con los que deben lidiar todos los artesanos es la competencia desigual con los productos procedentes de procesos industriales de bajo coste o con manualidades, de menor precio y calidad. Esto sin contar la dificultad para comercializar sus productos, al vivir en zonas alejadas a los centros urbanos, con poca o nula presencia de sus creaciones en el mercado.
Desde que hubo un nuevo impulso en la política cultural del Estado, en los últimos años, a través del Mercado Artesanal, el panorama fue revirtiéndose.
Según este mismo relevamiento, hay unos 2 mil artesanos registrados y valorados como tales en toda la provincia. De este universo total, el 45% son tejedoras. Actualmente, se da el fenómeno que muchos de ellas se nuclean y organizan en cooperativas, donde generan un circuito interno floreciente.
Pese al avance de los productos industriales, el desarrollo de nuevas técnicas y el cambio generacional, el tejido a telar sigue siendo la actividad más fuerte ante un mercado cada vez más demandante.

