Un Mauricio en calzoncillos amarillos pareció ser la gota que rebasó el vaso. Fue lo que hizo que el imitado recogiera el guante, -una decisión poco acertada para muchos- y el ideólogo obtuviera lo buscado: ¿Rating?, ¿Publicidad? No, nada de eso, sino algo tan simple, aunque no inocente, como una demostración de poder porque de eso se trata esta suerte de pulseada que Marcelo Tinelli lleva adelante casi personalmente con Mauricio Macri.

Difícilmente lleguemos a conocer con certeza qué fue lo que causó la ruptura entre ellos, vaya a saber en qué momento se terminó el romance, pero pareciera que asistimos a una disputa entre ¿pares? Hombres poderosos por distintas razones: uno es el conductor más exitoso de la TV Argentina -le pese a quien le pese- y el otro es el Presidente de todos los argentinos.

¿Puede un animador de televisión, desde un show de entretenimientos, incomodar a la máxima autoridad institucional de un país? Parece que sí. Tinelli lo hizo y lo sabe. Nada es casual ni inocente y de nuevo no sabemos a ciencia cierta, más allá de algunas elucubraciones, por qué está ocurriendo en este momento. Sólo se puede arriesgar, como han asegurado algunos periodistas a nivel nacional, que el no haber conseguido algunos espacios en torno a la nueva AFA o a la Súper Liga puede que tenga que ver con algún tipo de intervención de Mauricio Macri, y esto pudo haber influido en el tono que fue tomando el ‘Mauricio’ de Freddy Villareal, que pasó de solamente resaltar las formas a la ridiculización de decisiones de gobierno, como la más reciente, el ahorro energético.

El humor político existió siempre más o menos fino, inteligente o sagaz, pero no surgió con Tinelli en sus esporádicas y nada casuales ediciones de Gran Cuñado. Salvando las distancias basta recordar a Tato Bores, que fue capaz de enfrentarse al poder y decir las cosas que nadie decía en televisión, de un modo que incluso gobernantes de facto no pudieron refutar. Más allá del triste episodio de censura previa en 1992, de la mano de la jueza ‘Barú Budú Budía\’, nadie se sintió desestabilizado. El punto es cuando ese humor político se transforma en una herramienta de presión.

‘Si no te acostumbrás a reírte la pasás mal’· decía hace unos días Macri en Rosario, para restarle importancia a su alter ego versión Gran Cuñado, y el conductor le respondía amablemente en Twitter por su buen humor. Sin embargo era delicado el equilibrio en la relación de estos dos pesos pesados y el hilo se terminó de cortar cuando en las redes acusaron a Tinelli de ‘Mercenario K\’, y llovieron los posteos en Twitter en su contra por ridiculizar la imagen presidencial. Entonces el ‘Cabezón’ se quejó de que desde el gobierno operaban en su contra.

Este fin de semana el Presidente de la Nación sintió la necesidad de aclararle al conductor exitoso: ‘Tinelli decidió satirizarme y recibió 150.000 tuits de crítica. No hubo trolls ni el Gobierno tuvo nada que ver. Tinelli me satiriza de mala manera ante tres millones de personas en televisión y se ofende porque lo critican 30.000 tuiteros. Tinelli está ofendido porque lo sacaron de la AFA\’, dijo, subiendo la apuesta. De nuevo se enfrentaron públicamente como pares.

A no distraerse con el lobo jugando a ser la oveja, Marcelo Tinelli está lejos de ser solamente un conductor de televisión, un generador de figuritas para la temporada, o una fuente inagotable para los programas de chimentos. Aunque su aval sea el rating, no lo es, por convicción, por ambición personal y por su status de figura pública exitosa.

Ayer trascendió que Macri recibirá a Marcelo. Habrá foto, abrazo y beso. Todos felices y comiendo perdices. El Presidente (y varios más) creerá que es popular recibir al conductor exitoso, pero en realidad le dará entidad como interlocutor válido e incluso necesario, no sólo como el gran showman de la televisión argentina.