Lleva el mismo nombre de su padre, sello que lo estaba esperando con ansias luego de cinco hermanas mujeres. Pero además del nombre y la sangre, Ibrahim Ferrer Jr también heredó el amor por la música. Hijo de uno de los íconos de Buena Vista Social Club (producción de la que su muchacho también participó), nació y creció entre sones, guarachas y guajiras; y pero también paladeó mucha música de afuera, sobre todo argentina. Sin embargo, no fue hasta los “80 que el varón de los Ferrer Kindelan dejó su profesión naval que lo hizo surcar las aguas del mundo, se estableció en Argentina y le dio rienda suelta a eso que llevaba en la sangre… y en el alma. Música a la que se dedicó de lleno, tributando a su padre pero con color propio, que enriqueció con fusiones, que le valió un premio Gardel y que ahora, por primera vez, lo traerá de manera profesional a San Juan. Será el próximo 21 de abril, cuando llegará para protagonizar el “Concierto de las Américas’ que año a año se lleva a cabo en el Cerro Alcázar, en Barreal (ver aparte). Una visita movilizadora para él, por el nombre del espectáculo, porque -si bien ha venido varias veces- será ésta la primera vez que actuará en la provincia donde nació su actual mujer, Alejandra Oviedo Torés; y porque cantará con dos de sus hijas: Liz, a quien tuvo con Oviedo, que está a punto de cumplir 15 años; y Yarahy, cubana residente en Argentina, fruto de su pareja anterior; ambas integrantes de Black Gold, un proyecto de mujeres de la familia Ferrer.
De charla amena, respetuoso, de risa fácil y ritmo en la voz, antes de regresar a la provincia, este artista cubano que se afianzó en Argentina sin olvidar sus raíces, dialogó con DIARIO DE CUYO.
– El concierto del 21 será algo especial para usted…
– Me llena de orgullo y de felicidad, realmente. Nunca fui a trabajar, sí he cantado, pero en familia… así que será la primera vez. Y voy con dos de mis hijas, la mayor que es cubana y ha estado allá con nosotros; y Liz, que nació en Buenos Aires y fue cuando era muy pequeña… La voy a poner para que aprenda un poco cuyano, para que comprenda toda la historia de San Juan… Siempre ha cantado, canta muy lindo… les va a encantar…
– Herencia paterna seguro ¿Y por parte de mamá?
– Ella no canta, los padres sí… bueno, los sanjuaninos todos tienen el folclore no?, pero mi mujer tiene una voz muy bonita, un cariño -como decimos nosotros- muy interesante. No sé por qué no le gusta, pero conmigo, cuando estamos solos o en familia, la pongo para que diga algo y se entusiasma…
– ¿Le gusta el folclore sanjuanino?
– Me gusta la música en general y el folclore me encanta, es la música de la tierra… La tonada me encanta, alguna haré por allá, cantaré de todo, boleros, sones, guarachas, mezcla del son y guajira y alguna tonadita, pero si lo digo no será sorpresa (risas). He estado en varias peñas, la última vez fue con mi difunto suegro, y nos pusimos a cantar hasta la madrugada… Me encanta, ustedes tienen ese tono que no tiene todo el mundo…
– ¿La tonada tiene alguna veta similar a la música cubana?
– Tiene la veta de la guajira. El folclore cubano se nutre también de los indígenas que vivían en Cuba, de la gente del campo también, de donde viene el folclore. El cubano siempre ha sido cantante y creador de ritmos, así que cuando sentimos la tonada, lo que tiene que ver con lo criollo, ya nos estamos comparando…
– Varias conexiones con San Juan…
– San Juan me permitió volver a crearme, porque uno viene con una formación paulatina… Vives en otros países y te vas nutriendo de ellos, pero cuando llegas a un lugar,y te estabilizas y lo conoces, y además vives con una persona que es del lugar, te va entrando la cultura de ese lugar. De hecho he pensado que mi retiro sea en San Juan, a descansar ya, con mi huertita, mis aceitunas, comiéndome unas buenas uvas y tomando un buen vino…
– Conoció muchos países con su carrera naval ¿Por qué Argentina?
– Mamé mucho su cultura en Cuba, por la música, por el cine, por la televisión, la propia política, por muchas cosas. Lo primero que oí cuando nací fue a Estela Raval con los Cinco latinos, porque mi madre era amante de ellos; y después teníamos a Alberto Cortez, Palito Ortega; y también el tango… Gardel, Del Carril, Libertad Lamarque… Mi padre cantaba tango cuando joven y a pesar del calor, hasta se vestía como un arrabalero…. Incluso antes de morir, cuando vino a Buenos Aires, prometió cantar tangos conmigo, “Uno’, pero quedó ese sueño pendiente… Yo canto mis tanguitos también, cómo no? si vivo en Argentina!
– Al final, su padre fue determinante en su vocación ¿no?
– Yo digo que es un círculo vicioso, si naces en un círculo donde se ejerce el arte, tu quieres ser lo mismo. Mi padre era cantante y a mi madre que le gustaba la música, querían que yo estudiara música; pero cuando vieron que yo era demasiado inquieto, dijo que me dedicara a otra cosa. Lo complací, pero siempre estuve cantando…
– Y cuando dio el salto, llamarse Ibrahim Ferrer ¿Fue un peso, una responsabilidad, una llave…?
– Una responsabilidad muy grande. Llevar ese nombre y haciendo lo que él hacía con el carisma que tenía, con la grandeza y la humildad con la que ejerció, con el cariño y el respeto de la gente, es una enorme responsabilidad, que llevo con orgullo…
– ¿Se siente sucesor de su padre o un artista diferente?
– No me gustaría que la gente me catalogara como un sucesor, pero sí puedo decir que me gustaría ser como él. Me dejó muchas cosas positivas, no sólo por el arte -donde yo también me considero un embajador de la música que hacemos, que es prácticamente la misma- sino por su vida, por cómo él fue y sigue siendo, porque después de muerto lo siguen admirando. Por eso quisiera ser como mi padre. Si algún día yo pudiera tener un poquitico de semejanza, sería lo más feliz de la vida, he cumplido entonces con todo su legado…
– ¿Está conforme con lo que ha conseguido hasta ahora?
– Creo que sí, porque soy respetado, y creo que cuando a uno lo respetan es porque lo admiran. Estoy alcanzando el nivel más alto de mi vida. Cuando se pasan los 50, de ahí en más, que lo respeten, lo quieran y lo aplaudan, no sólo por el hecho de cantar bien, sino por las acciones que uno tiene, eso vale más que ganarse un Grammy, un Oscar o tener la cantidad de millones…
– ¿Quién es usted?
– Un hombre tranquilo, humilde que quiere a la gente y que quiere que la gente lo quiera. Un músico que espera ser admirado, aceptado, asimilado, aplaudido, aunque pasen los años. Soy una persona que no tengo bienes, no tengo nada, sólo la sencillez que me acompaña. Ese soy yo, Ibrahim Ferrer Kindelan.
Show imponente
El Concierto de las Américas será el sábado 21 de abril a las 20:30 en el Cerro Alcázar, Barreal, con entrada libre. Actuarán Ibrahim Ferrer, la murga uruguaya Agarrate Catalina y la Orquesta Escuela San Juan.
Volveré, volveré…
Alejandra nació en Caucete en 1963, hija de Antonia Tores, de Pocito; y de Guillermo Oviedo, de Caucete; quienes emigraron a Buenos Aires dos años después del terremoto del “77. Fue enfermera en neonatología y también se dedicó a enseñar a leer y escribir a adultos en zonas carenciadas, entre otras cosas. El 13 de enero de 2000, a la salida de un concierto de Celia Cruz, conoció a “Ibra’, quien estaba de vacaciones en Buenos Aires, visitando a su sobrina. Amigos en común, se encontraron en un restorante en Las Cañitas, y hubo “flechazo’. “Fue amor a primera vista. Ella me conquistó a mí’, dijo Ferrer entre risas. “Fue un secuestro express, y yo contento’, agregó. Ambos divorciados y con sus respectivos hijos, juntos armaron un proyecto familiar y artístico.