(Romeo y Julieta de Charles Gounod. A cargo de la Ópera de San Juan, Laura Polverini -Julieta-,Nazarethe Aufe -Romeo- Coro y Orquesta de la Ópera de San Juan. Dirección musical: Lucía Zicos).
Si tuviéramos que comparar las "sensaciones musicales" con las papilares, la música de Charles Gounod (1818-1893) sería pura miel, casi extremadamente dulce, por momentos correríamos riesgos de tener "caries musicales". Gounod (hijo de artistas) viajó a Italia a los 21 años habiendo ganado el "Gran Premio de Roma" con su cantata "Fernand" en 1839. Allí su impresión de la música de Palestrina en la Capilla Sixtina le impresionó y favoreció su mirada religiosa. Más tarde fue seminarista y hasta pensó en hacerse fraile, pero después de un tiempo de prueba lo pensó mejor y golpeó las puertas de la Ópera de París. Quizá eso deja tan bien parado a Fray Lorenzo en esta ópera. Y tuvo siempre grabado en el atril de su piano una figura de Cristo. Al decidirse por la música y especialmente por la ópera dejó inconclusos un Te Deum y un Réquiem que, sin embargo, terminó para un sobrino suyo justo antes de morir él mismo, ¡en 1893! (casi como con el Réquiem de Mozart).
Fue prolífero, dos sinfonías (una que inspiró a su joven discípulo Bizet), seis Oratorios, música de cámara y 11 óperas. La hermana de Mendelssohn (Fanny) lo inició en Bach y luego reconocería Gounod que "El Clave bien temperado" era la "Ley del estudio para piano". Quizá como homenaje agregó una melodía al Preludio Nº 1 en Do Mayor de Bach y resultó su "Ave María". Además compuso el Himno Pontificio. Pero él reconocía en sus "Memorias de un Artista" en 1893: "Para un compositor hay en realidad un solo camino a seguir si quiere hacerse en nombre: la Ópera. Es en este lugar donde se tiene cada día la oportunidad de dirigirse al público en general… es una exhibición diaria abierta al músico…".
Compuso unas 11 óperas pero recién la 4º (Fausto) lo hizo más conocido. Romeo y Julieta es su 8º y es su segunda más conocida y representada. Tuvo los mismos libretistas que en Fausto (Jules Barbier y Michel Carré) y siguieron con bastante fidelidad el texto de Shakespeare. Si el francés es el "idioma romántico" (¡l’amour!) esta ópera es su quintaesencia. Tenemos 4 Duetos Amorosos. Una biógrafa de Gounod lo llamó: "El músico del amor" y citaba una frase del mismo Gounod escrita a los 70 años: "El amor ha sido el centro de mi vida y de mi arte". Y se nota. Comparada con otra ópera "de amor"(Tristán e Isolda de Wagner) la idea del Alba, el amanecer que es como una interrupción de la noche de amor (idea medieval) permanece. El mismo Shakespeare lo había mantenido.
En definitiva, una ópera llena de melodías amorosas y dulces, el arte de Gounod es más fuerte cuando es más lírico. Quizá hoy no haya peleas como entre Capuletos y Montescos pero tal vez haga falta más música de Gounod entre suegros, cuñados, hijos, padres y hermanos, o simplemente en las familias.
La versión escuchada el sábado en el Auditorio Juan Victoria merece una alabanza "femenina". En primer lugar la labor siempre precisa y ordenada de la talentosa Directora Lucía Zicos (que afortunadamente no deja de visitarnos). Luego la maravillosa voz de Laura Polverini quien además posee un perfecto "physique du rôle" (o sea el "físico del rol") juvenil propio para una Julieta y la sorpresa de esa notable Mariel Santos en el papel de Stefano. Escuché a gente sorprendida de que fuera una mujer en rol masculino. Incluso en la ópera francesa se daba (por ejemplo el personaje "Siebel" del Fausto de Gounod). El tenor Nazareth Aufe se fue afirmando paulatinamente. Quizá lo más logrado fue la cavatina del IIº Acto: "Ah lève toi soleil" (Oh, elévate, oh, Sol) y el "Ah! jour de deuil et d’horreur…"’ ( "Oh, día de duelo y de horror…") del IIIº Acto con excelente acople del Coro (quizá el mejor momento del mismo) bien dirigido y que se desempeñó con corrección, aunque su francés sea un capitulo aparte.
Tres notas para el público, si Barbier, Carré y Gounod hubieran querido escenas de relámpagos y rayos los hubieran puesto para el escenógrafo, pero muchos espectadores encargaron con sus constantes fotos de hacerlos aparecer. Si a mí me disturbaban, ¡ni quiero pensar cuánto deben haber molestado a los músicos y al Coro! Se aplaude al final y no cuando todavía está sonando la orquesta aunque parezca que "va terminando". Si se llega tarde, y muy tarde, esperar al cambio de escena.
Por último considerando el poco espacio que se tiene, me pareció muy bien lograda la escenografía y el movimiento de escena; lo mejor hasta ahora. Gracias Ópera de San Juan.

