Nadie, absolutamente, está en condiciones de considerarse a salvo. El problema es abarcativo y no existen fronteras ni condición social que garantice inmunidad. El mundo, en gran parte, se encuentra transitando una guerra sanitaria frente a un enemigo invisible y poderoso que no tiene nada que perder en comparación con lo que se juega la humanidad en su conjunto: ni más ni menos que su salud.
Y en este contexto se ha vuelto preponderante el rol que ejerce la comunicación. En todas sus formas, es decir, desde los medios más tradicionales hasta el WhatsApp, que a veces se intoxica de noticias falsas, pero en otros casos aporta su granito de arena.
También es importante el papel de los famosos, de los referentes, esos que, como Facundo Arana (47), se han ganado el respeto y la credibilidad del público a la hora de difundir su compromiso con una determinada causa. El galán siempre ha demostrado su voluntad de involucrarse de manera personal y activa cada vez que está en juego la vida. Desde encabezar campañas para motorizar la donación de sangre hasta apoyar a chicos que debían viajar al exterior para curar sus enfermedades.
Arana es, a esta altura, uno de los famosos que más presencia tiene en el ámbito de la beneficencia. El contexto que vivimos socialmente por supuesto que ya lo tiene militando en pos de una salida al coronavirus, con mensajes de aliento para los que diariamente tienen que salir a trabajar pese a los riesgos que eso implica y con palabras de concientización para respetar la cuarentena, pero a la vez con un marcado enojo con todos aquellos que no cumplen las medidas preventivas.
El malestar de Facundo quedó plenamente de manifiesto cuando decidió expresarse a través de Instragram, red social que eligió para apuntarle a ese grupo que perjudica el aislamiento social que lleva adelante el segmento más significativo de la comunidad.
“Lo que nos suceda en los próximos días será la consecuencia directa de lo que hagamos en estas horas. La naturaleza no sabe perdonar, sólo sabe ser implacable. Pandemia mundial. El gobierno pidió, recomendó fuertemente que en la medida de lo posible nos guardemos en nuestras casas. Que restrinjamos las salidas tanto como sea posible, incluso suspendiendo las clases. ¡No entendemos nada! Ojalá que impongan el toque de queda”, disparó el galán sin guardarse nada, ni una pizca de su bronca.
Ya había perdido la diplomacia y el deseo de ser políticamente correcto. Arana fue al hueso y su sensación de disconformismo con el comportamiento de muchos compatriotas fue de menor a mayor, pues el comienzo de su alocución fue con una tónica más aplomada.
“Entre todos. Por lo que se ve y se escucha, de todos nosotros depende lo que vaya a pasar. ¡Como siempre! Pero el resultado no tendrá del otro lado a nadie que pueda estar dispuesto a comprender o consolar o incluso negociar. Dios perdona siempre. El ser humano, a veces. La naturaleza, nunca. Quedate en casa”, cerró.