Se viene la sexta edición del Concierto de las Américas, el próximo sábado desde las 20 (apertura a las 18.30) en el Cerro Alcázar, Calingasta; con entrada libre y gratuita (habrá un sector de sillas al que se accede con invitaciones, ver aparte). El show contará con la presencia del músico uruguayo Rubén Rada, junto al grupo Savia Andina de Bolivia y Viento Nuevo de Calingasta. Cruzando el Río de la Plata, Omar Rubén Silva, más conocido el "Negro Rada", compartirá su sus canciones nuevas y otros grandes éxitos de su vasto repertorio. Cantante, compositor, percusionista y actor, logra combinar el pop, el candombe, rock, jazz, tango, folk con una facilidad armónica gracias a su talento para tocar el tambor. Canciones conocidas como "Cha cha muchacha", "Ayer te vi", "Candombe para Gardel", entre muchas otras piezas de su artillería sonarán en la atractiva geografía montañosa que ofrece el lugar.

 

 

– ¿Cómo se imagina cantar entre los cerros?

– San Juan es un lugar importante, después de muchos años y oportunidades de tocar, para mí será un momento bárbaro. A la Argentina la conozco desde Malvinas a La Quiaca y me emociona recorrerla. Haré que el espectáculo sea sin fisuras, que la gente goce y se divierta mucho. Si me pide canciones no le escapo al cuerpo y tocaré lo que me pidan. Nunca fui a ese cerro, pero espero encontrarme con una sorpresa linda.

– ¿Cómo desarrolló el oído para absorber sonidos de la región?

– Siempre fui un tipo preocupado por la música. Mis hijos, que me acompañan en la banda, hacen cosas distintas y me hacen escuchar de todo. Lo que saco es la modernidad de los sonidos de los jóvenes. Trato de mantenerme al tanto de lo que sucede musicalmente en la actualidad, sin quedarme en el "Des-pa-ci-to". Busco otras opciones, estoy más cerca de la música que de la pavada. Aunque también hice música para divertir, como "Guantanamera", "La mandanga", "La manzana", no lo niego que sean canciones comerciales, pero con una idea musical, más elevada.

– ¿El mercado musical ha perdido el rumbo?

– No, lo que pasa es que cuando sale un tema exitoso, la gente se confunde y piensa que toda la música es esa. En este momento pasamos por un aluvión de cumbia y reggaetón como nunca antes. Cuando ganó en los Grammy’s el tema de La Bicicleta (Shakira y Carlos Vives) yo era jurado y decíamos entre nosotros que no hay un disco que no tenga reggaetón. Está de moda, la cumbia electrónica, que no tiene el sabor de la cumbia colombiana, es una cumbia cheta y que superó también a la cumbia villera. Pero no toda la música pasa por eso. Lo que sucede y se hace difícil trabajar es que los empresarios apuntan a lo que más camina. Si esta gente mete más de 10 mil personas en un lugar, son los más contratados. Pero todo esto dura un rato y es pasajero. Lo importante es estar preparado para lo que venga cuando pase el aluvión de la música comercial.

– ¿No corre peligro de una producción cultural uniforme?

– Me temo que sí, pero músicos como Hugo Fattoruso, Alejandro Lerner, Charly García, Abel Pintos, León Gieco que nos dedicamos a hacer música seguimos estando, nos mantenemos. Tampoco hay que hablar mal de lo que está de moda. Porque a nosotros también nos gusta el éxito. La música está hecha para que la gente la escuche. Es más fácil digerir lo que entra directamente al oído. Ocurre que no todos son melómanos. Hay gente que le gusta música fácil. Es como cuando un tipo va a un lugar de cuadros maravillosos y compra una pintura de verduras. No todos tienen el mismo tacto para escuchar un buen baterista, un pianista o guitarrista. Se escucha en general el todo, lo más divertido. Me parece bárbaro, pero a los que nos dedicamos en serio, nos cuesta mucho más.

– En los últimos años, en esta parte del país, pega fuerte el contacto con ritmos afro-peruanos, el candombe y los instrumentos de percusión. ¿Cómo ve ese intercambio?

– En San Juan, en Mendoza también, hay gente que toca murga y candombe, eso me pone contento. Cuando vine a Argentina en 1978 quise que mi música sirva para que sea usada por muchos argentinos. Que la música no muera y creo que lo logré. El candombe es un ritmo ideal para tocar junto al jazz, para hacer lo que sea. Lo aprendieron Los Fabulosos Cadillacs, Los Piojos, Piero, Baglietto y hasta Los Tekis. Hay candombe por todos lados.

– ¿Y a qué se debe esta apertura?

– La música está para tocarla, como estamos en un mundo globalizado, no hace falta andar diciendo qué es la música latina. Todos saben, en Japón, Finlandia, lo que es en cualquier parte del mundo. A los 17 años tenía que explicar en las giras que esta canción es de tal lado, cómo es la salsa de Cuba, pero ahora todos saben lo que uno toca. Los europeos ahora prestan el oído a los ritmos latinos, como en su momento nosotros seguimos y aprendimos a escuchar a Los Beatles o a Los Rollings Stones.

– ¿Esto ayuda a reconocer lo que los latinoamericanos tenemos?

– Totalmente. Los músicos latinoamericanos estamos muy bien ubicados en el mundo. Los europeos tienen más años culturales que nosotros, pero ahora se acercan más a la música latina. No hay banda norteamericana o inglesa que tenga un latino tocando.

– A lo largo de los años y con tanto rodaje, ¿cómo supo mantener a raya al ego?

– Porque vengo bien de abajo. Toqué en hoteles, pizzerías, en barcos, anduve por todos lados y pase muchas carencias. Conozco más el hambre de los países que a la comida. Toqué muchas veces por dos pesos, hice de todo, desde temas de Bee Gees, Barry White, fui aquí y allá, viví en Argentina, en México y recién a partir de 1995 en Uruguay con mis hijos. Tuve una época en la que quise dejar de cantar, por el rigor de los viajes; a veces salían bien, a veces salían mal. Ya no soportaba estar durmiendo en el piso del aeropuerto durante 7 horas. Para mi edad de 74 años era difícil seguir aguantando. Pero después me toco el bolsillo y veo que, en un país capitalista, con lo que tenía en el bolsillo y lo que tengo en el banco, no duraría más de dos años (bromeaba) entonces seguí trabajando como hasta ahora.

DATO

Aún hay invitaciones -a retirar en Turismo y Teatro del Bicentenario- para el sector de sillas. Y habrá un cupo disponible en el cerro, por orden de llegada.