Se llama Fernando Lazari, tiene 37 años, es barítono, egresó de Licenciatura en Canto Lírico en la Universidad Nacional de Cuyo, trabajó con el coro de la Universidad Católica de Cuyo y el Beruti; y actualmente es profe de impostación vocal de los seis coros de la Universidad Nacional de San Juan; pero si hay una tarjeta de presentación que a fuerza de repetición ya hizo suya -reconocerá con humor- es "cantante mendocino radicado en San Juan". En estas tierras, en las que decidió instalarse hace cuatro años cuando ganó el concurso de la UNSJ, se reparte entre su tarea docente -donde asegura sentirse muy a gusto- y su carrera como intérprete, en franco ascenso. Independientemente de las obras que hizo en Mendoza y de la participación aquí en algunas zarzuelas y sinfónicos-corales; la primera vez que actuó en el Teatro del Bicentenario como parte de una ópera fue en abril último, con la pieza de Richard Wagner "Tannhäuser para niños". Y en poco tiempo más volverá a subir a ese escenario como uno de los protagonistas de la próxima megaproducción del coliseo local que debutará en octubre próximo, La flauta mágica. Ahí se pondrá en las plumas de un personaje que lo fascina: Papageno, el hombre pájaro. Pero antes meterse de cabeza en los ensayos, Lazari continúa estudiando en el teatro con los profesionales de la Ball State University (BSU) del estado de Indiana, que regresaron en el marco de un convenio con Turismo y Cultura provincial -a través del Bicentenario como gestor y promotor de las acciones de formación- para continuar con la clínica gratuita de canto lírico, en distintas áreas. Son los mismos especialistas que la primera vez que vinieron pusieron el ojo en su talento y potencial, lo eligieron para cerrar aquel concierto final y, dado este programa de intercambio de docentes y alumnos, lo recomendaron para estudiar en Indiana. Así las cosas, unos días después que termine esta clínica, volverá a verse las caras con los profesores norteamericanos, pero entonces será en Estados Unidos, adonde viajará el 19 de agosto.
"Me enteré que estuvieron charlando con Eduardo Savastano y Silvana Moreno (NdeR, director general y directora artística del TB, respectivamente) y decidieron que el primero en hacer este viaje fuera yo. ¡Feliz! Me lo comunicaron a principio de año y la gente del teatro hizo toda la gestión", contó Lazari a DIARIO DE CUYO, rebosante de alegría. "La verdad que no me lo esperaba, porque me habían felicitado y yo les había dicho que íbamos a seguir trabajando cuando volvieran… Son profesionales tremendos, gente conectada a otro nivel y que reconoce al Bicentenario como un teatro importante que está naciendo. Y que además se fijen en artistas locales es fundamental para nosotros. Además va con la idea de proyección que tiene el Teatro, de posicionarse como polo artístico de la región. Tiene con qué en infraestructura y técnica; y el resto es esto, que nos vayamos perfeccionando para llegar al nivel que se pretende", agregó el barítono, que en el primer curso participó junto a los coros del Centro Coral de la UNSJ y también como cantante.
"Trataré de hacer lo mejor posible y de transmitir todo lo aprendido, directa o indirectamente, porque no tiene sentido guardarse nada".
El plan de estudios de Lazari en el país del norte fue gestionado por la soprano Yoko Shimazaki-Kilburn -una de las profesoras- y consiste en su participación activa y como oyente en algunas cátedras; y en tomar clases particulares. Y si bien no domina el inglés, asegura que no es un impedimento, ya que sabe lo básico, tiene buen oído y además Yoko habla español. "Estuve 4 meses en Alemania sabiendo solo la pronunciación y de repente me veía charlando en una verdulería o comprando el pan… se me pega rápido", ejemplificó.
En San Juan hasta mañana, el staff de la BSU también ajusta a los coros y demás solistas que participarán de La Flauta Mágica, incluido Fernando, que seguramente extenderá esa preparación a Indiana.
"Cuando vuelva terminaré de darle forma al Papageno, para empezar con ensayos. Amo a Papageno, es divertido y hermoso musicalmente, me siento identificado… ¡soy el Papageno!" declara entre risas el cantante, dichoso con estas oportunidades que transita.
"Es un reconocimiento a mucho esfuerzo. Entré a un coro a los 15 años, me enamoré de la actividad y me fue cambiando la vida hacia este rumbo. Para mí es un honor que me hayan elegido, porque también represento al teatro, al Centro Coral, a la UNSJ, a la universidad que me formó… Y llevo toda esa mochila con orgullo, es una gratificación. Trataré de hacer lo mejor posible y de transmitir todo lo aprendido, directa o indirectamente, porque no tiene sentido guardarse nada", concluyó el cantante, que también sueña con poder audicionar algún día a nivel internacional.