Estudiaba para ser docente de nivel inicial cuando le interesó tomar taller de títeres. Quizás algo muy arraigado, aprendido en su infancia -su padre, inmigrante de la Segunda Guerra Mundial, era titiritero- hizo que Viviana Rogozinski abriera esa puerta que la llevó a dedicarse los siguientes 30 años a ser titiritera y una inquieta docente e investigadora en el tema. Tiene dos libros publicados, hace 18 años que trabaja con su proyecto de teatro de títeres para bebés y niños pequeños llamado Valija Mágica y dicta clases en la cátedra de títeres de la Licenciatura de Educación inicial virtual de la UNSAM hace 5 años. Desde esta semana, se sumó al campus de formación virtual lanzado por el Espacio Títeres en Serio (TES).
– ¿Está más institucionalizada la enseñanza del teatro de títeres?
– En Buenos Aires hay muchos profesorados de formación docente que incluyen a los títeres como medio de expresión para las aulas; sólo yo tengo siete cursos de formación docente, es decir que 140 docentes por cuatrimestre están conociendo este arte. Hace unos años era impensado, los colegas me decían "¿cómo das títeres en la virtualidad?", y yo les decía que hay un montón de contenidos que se transmiten mejor así. No usábamos el Zoom, no obstante, las docentes que cursaban iban a las aulas a poner en práctica lo que aprendían, con marcos teóricos sólidos.
– El hecho que se esté enseñando como materia, ¿ayuda a mirar la actividad de otra manera?
– Absolutamente. Antes, la figura de alguien que era docente y estaba en los títeres era visto como algo menor, porque antes no existían escuelas de titiriteros, era un arte más anárquico. Después se fue institucionalizando, hay diplomaturas, licenciaturas, por eso valoro mucho lo que están haciendo desde TES porque están dando un marco institucional para quienes quieren tomar cursos, para infancia o para adultos, hay marcos teóricos por ejemplo desde lo lúdico, que te permiten entender desde dónde pararte para encarar un proyecto de títeres, que no es sacar muñequitos, ponerlos en el piso y que los chicos jueguen.
– Por lo que refiere, es el docente quien se interesa. ¿Cree que podría darse una bajada más institucional de incorporarlos?
– La escuela funciona con un sistema vertical, eso sin duda, me interesa rescatar que no es una bajada lo que hace falta sino que sería bueno que fuera una oferta, abrirse a este mundo, porque si las cosas vienen impuestas las haces por obligación… hay muchas escuelas que tienen como proyecto institucional el mundo de los títeres, yo recibo muchas consultas.
– Entonces aunque no haya un proyecto de los ministerios de Educación, el títere igual se cuela…
– Por supuesto, hay lugarcitos por donde colarse en todas las áreas, a veces incluso en la literatura. Hay muchas obras de teatro para títeres escritas, como las de Javier Villafañe, de Waira Castilla, esas obras pertenecen a la literatura y pueden ser leías en el aula, los pibes la re disfrutan si se lee en lenguaje titiritesco, no para enseñar diálogo en cuarto grado, pero sí el disfrute de la poética.
-¿Cuesta cautivar con los títeres a los niños de hoy?
– No, para nada. Si los que les estás mostrando es de calidad, es genuino, si no es una cosas ñoña, sino que es una cosa sentida, algo vivenciado, poético, inmediatamente hay una identificación, un deseo de encuentro con ese otro. El títere tiene algo de mágico que tiene que ver con lo ancestral. Las culturas de todos los tiempos tuvieron a títeres como medios de expresión. Viene siendo un objeto que acompaña y es de esos objetos que no dejarán de acompañarnos. Hay épocas que tiene furor, épocas que decae. Desde el año pasado trabajo con clases para niños en la virtualidad. Y es un amor inmediato, no hay algo intermedio, es directo. No solamente como espectadores sino como hacedores,
-¿Se subestima a los niños?
– Sí. Está esto de "yo te tengo que enseñar algo porque yo sé, hay algo que yo sé que vos no sabes", y creo que la verdad es que cada día estamos más al revés, hay algo que ellos saben y nosotros olvidamos, entonces, ellos, que no han olvidado, tienen mucho para enseñarnos. Esto de enseñar lo cotidiano, un valor, nunca fue lo mío, incluso durante muchos años estuve con un espectáculo que no tenía final feliz, porque a ella, él la abandonaba y en las escuelas eso no se vendía bien, me decían "cómo va a tener ese final…" esto fue 20 años atrás y costó mucho.
"El títere tiene algo de mágico que tiene que ver con lo ancestral. Las culturas de todos los tiempos tuvieron a títeres como medios de expresión".
-¿Y han cambiado las temáticas?
– Por suerte cambió. No tienen que ser todos felices, hoy en los títeres ya no tiene que haber príncipes ni princesas; yo mismo me cuestiono algunos espectáculos que hice, como nos pasa a todos, y me agarro la cabeza, era otra época y otros paradigmas. Hoy cambió todo.
-¿Cómo es la mirada hacia los titiriteros hoy?
– El teatro de títeres está en un momento de mucho auge, no sólo porque hay muchas escuelas, sino porque hay muchos titiriteros y titiriteras, mucha hibridación, gente que viene de otras artes. Hay mucha fusión y eso habilita al crecimiento. Antes, el titiritero era un artista más estanco, también era un arte más masculino, más adentro de su cuadradito negro, ahora como que todo eso explotó; hay que ver qué pasa con las compañías que eran apenas más grandes que uno, dúos, tríos, cómo se pueden sostener después de la pandemia, cómo nos reinventamos.
EL DATO
Títeres, lúdica y experiencias creativas. Viviana Rogozinski. Curso en www.titeresenserio.com hasta el 14 de julio, por videoconferencia. Con arancel.

