Desde fines del año pasado hasta hace pocos días Robert Zimmerman era noticia por sus idas y vueltas respecto a su asistencia o no a la ceremonia de entrega del Premio Nobel a la Literatura. Finalmente asistió, lo recibió y cantó algunas canciones. Sabido es que no es un muchacho fácil de llevar y su mal genio es tan famoso como él.

 

A poco para cumplir 76 años, Bob Dylan publicó “Triplicate”, su trigésimo octavo álbum de estudio. El título tiene dos orígenes, por un lado es la tercera producción consecutiva integrada por covers después de “Shadows In The Night” (2015) y “Fallen Angels” (2016); y el otro motivo es que es un ábum triple.

 

Cada uno de los discos tiene un título distinto, el primero se llama "Til The Sun Goes Down", el segundo “Devil Dolls” y el tercero “Comin’ Home Late”. La colección está presentada como si fuera un viejo álbum de 78RPM (revoluciones por minuto), un guiño al comienzo de la música popular grabada.

 

 

 

Dylan llevó a su banda al legendario Capitol Studios en Hollywood para grabar sonidos arraigados en el pop pre-guerra pero interpretados para un público de bares aunque trata estos clásicos de los años 50s con muchísimo cuidado y respeto. Bob fue siempre un admirador de la obra de Frank Sinatra, y sin tener la voz de “La Voz” (apodo de Sinatra), toma elementos de Frankie adaptándolos a lo que su propio registro vocal puede de interpretar.

 

En “Triplicate”, Bob Dylan entrega una colección de piezas que pertenecen al Gran Cancionero Americano poniendo el corazón y un gran sentimiento en cada una de estas canciones tradicionales. “Triplicate”: 3 discos, 10 canciones y 32 minutos de duración cada uno. Pedirle más sería avaricia musical.