Pasaron ansiedad, nerviosismo, estrés, pero con el fuego encendido por dentro, 8 estudiantes de la Escuela de Música de la UNSJ fueron protagonistas de la décima edición del Concurso Vicente Costanza. Ayer por la tarde, las audiciones comenzaron en la siesta en la sala principal del Auditorio Juan Victoria. Este concurso se realiza desde hace 10 años sin interrupción y tiene como objetivo que los estudiantes de música tengan la experiencia artístico-pedagógica de participar como solistas junto con la Orquesta Sinfónica de la UNSJ en la próxima temporada de conciertos. En esta oportunidad participaron del grupo de jóvenes del nivel preuniversitario: Tamara Carrera Castro, Jorge Rodríguez Danna, Walter Vilches, Enzo Cordero y Gabriel Aballay. Mientras que en el nivel universitario, estuvieron Matías Araya, Luis Cintra Espíndola y Leonardo Rosales.

Los estudiantes quedaron bajo la observación de un jurado calificado, integrado por el director de la Orquesta Sinfónica, Emmanuel Siffert; el concertino Nidhal Jebali y los profesores titulares: David Molina (contrabajo), Iracema Aguilera (arpa) y Fernando Naser (trompeta).

Luego de un largo camino recorrido, horas y meses de práctica, los chicos interpretaron las obras que habían preparado junto a sus respectivos profesores con mucha anterioridad, casi un año a dos. Durante las audiciones, que se extendieron por varias horas, hubo un estricto silencio, se respetan a rajatabla los horarios para ejecución de acuerdo a un cronograma preestablecido y con un dispositivo digital se les grababa para registrar las ejecuciones musicales de los concursantes. Aunque no sabían qué criterios o qué decisión tomarían los miembros del jurado, los jóvenes intérpretes sabían de antemano que no debían dejar nada librado al azar. Ellos debían asegurarse que las notas musicales sean ejecutadas correctamente, se produzca un buen tempo, una perfecta sincronización con la pianista acompañante de la reducción orquestal y si llegara ocurrir algún error, lo más importante era cómo reponerse rápidamente para seguir tocando y no detenerse. Además, un aspecto que se cuida mucho: por más que técnicamente sean impecables en la interpretación, también debían transmitir lo mejor posible el espíritu artístico de la obra.

La sesión tuvo mucho, pero los aspirantes debieron esperar hasta el último instante los resultados del concurso. Por lo general, el jurado se tomó su tiempo para deliberar y aunque al cierre de esta edición todavía no se tenía un veredicto final, hubo algunas señales de que los profesores podrían elegir al menos a 5 de los 8 que se presentaron, para tocar con la Sinfónica de la UNSJ.