¿Estará más flaco? ¿Seguirá gordito? ¿Se le notará la refrescadita que dicen que se hizo? ¿Será un doble porque el real está muerto como trascendió hace unos siete meses? Para las sanjuaninas, que el sábado pasado, se tomaron el recreo y viajaron 323 kilómetros para ir a San Luis y de ahí 20 más hacia la ciudad de La Punta, para ver en vivo y en directo a Luis Miguel, el esfuerzo valió la pena porque pudieron sacarse todas esas dudas que giraban en torno a la misteriosa internación de El Sol de México y a su sorpresivo retorno

tras las versiones que indicaban que había fallecido producto de una enfermedad que contrajo -luego que se le complicara una cirugía estética que había planeado para llegar espléndido a su cumpleaños el 19 de abril pasado-.

Una vez que se cercioraron que no era otro que él mismo, el que saltaba y cantaba en el escenario y no un clon, las chicas se dedicaron a gozar. Claro que problemas de sonido en uno de los temas, puso furibunda a la hinchada por dos minutos hasta que todo volvió a la normalidad cuando el ídolo percibió la molestia y se restableció la música en todo el predio. Así fue como se vivió el show de Luismi en el Estadio Gilberto Funes donde aunque no copó su capacidad -ocupó probablemente menos de la mitad de su superficie- hizo explotar a la platea con su carisma y los hits más sonados.

Gran parte de las fans que viajaron desde San Juan llegaron de tarde y no tuvieron que esperar demasiado hasta que el complejo abrió las puertas. El ingreso fue prolijo y organizado, comenzando desde el operativo en las rutas.

El show, básicamente, tuvo la misma estructura que en las anteriores ciudades en las que el astro se presentó, como Corrientes, Córdoba y Rosario. Arrancó a las 21.45 -luego que una comitiva de vehículos descendió entre los cerros y estacionó detrás del escenario llevando a la estrella-, se extendió por una hora y media y en el durante el cantante tuvo tres cambios de vestuario. Si bien las cámaras periodísticas sólo tuvieron acceso al primer tema.

A lo largo de la función, se mostró simpático, no estuvo demasiado locuaz como aquella primera vez que llegó a San Juan en 1999.

"Muy buenas noches San Luis. Gracias, gracias, gracias por acompañarme, a toda la gente. Muy agradecido por estar frente a ustedes, cantarles una vez más. Estar en Argentina, es un enorme placer. Pero quiero medir cómo está el ambiente", fueron sus únicas palabras y las pantallas laterales pusieron un termómetro cuya máxima fue aumentando a medida que el éxtasis aumentaba los decibeles.

Vinchas, sombreros, remeras y hasta tickets echo mil pedazos; de todo revolearon las mujeres -algunas ya entradas en los 60 y más- para llamar su atención.

Ya, desde un par de horas antes, la multitud fue tomando calor en medio de mareas de olas humanas, coreados ole, ole, ole y aplausos frenéticos para que, contrario a lo que canta el bolero, el reloj si pasara las horas.

Operativo romance

A las 21.38, las luces se apagaron dejando el sector iluminado sólo por los flashes de los celulares. Con la histeria colectiva, el tablado se encendió para dar la bienvenida al astro a las 21.50. Emperifollado de estricto negro con la misma corbata a rayas que en los anteriores conciertos, el rey arrancó con Te propongo.

Voz intacta, más delgado y también algo más apocado -quizás producto de los años-, fueron ingredientes suficientes para que el divo repasara sus éxitos.

El verdadero golpe al corazón de las fanáticas fue el salpicado con composiciones mucho más antiguas como Entrégate, Un hombre busca una mujer, Cuestión de piel, Oro de ley y Que nivel de mujer; pero "de pronto flash" también llegaron aquellos todavía mas viejos como La chica del bikini azul, Isabel, Muchachos de hoy, Ahora te puedes marchar y Cuando calienta el sol.

De su última y flamante placa, fueron varios temas los que llegaron a sonar, entre ellos Tres palabras, Mujer de Fuego, Ella es así, No existen límites, Lo que queda de mí y Labios de Miel; este fue el que cerró el espectáculo con la platea pidiendo bises en disfónico descontrol y él esfumándose en la oscuridad a las 23.15, para tomar su avión y partir de la provincia cuyana -a la que llegó el viernes de madrugada en una operación ultra secreta-, con un "hasta la próxima" (ver galería en www.diariodecuyo.com.ar)