Como entrar a otro mundo, mágico, fantástico, encantador. Esa sensación dio atravesar las puertas del Museo de Bellas Artes Franklin Rawson el viernes pasado, cuando tuvo lugar desde las 19 hs y hasta que el reloj marcó el fin del día La noche del dibujo, en el marco de la Primera Bienal organizada por el museo. Ya la entrada -con gente interviniendo un par de paneles afuera- entusiasmaba a traspasar ese umbral que permitía pispear un poco para adentro. Mesas y sillas distribuidas en todo el foyer y pasillos, munidas de hojas, lápices, marcadores, carbonillas y todo lo necesario para expresarse invitaban al público a sentarse y dejar volar su creatividad y su talento… o al menos sus ganas. Lo mismo unas tiras de cartulina de color colgadas en un soporte y un gran panel en blanco, irresistible para cualquiera, que terminó convertido en un atractivo mural colectivo, lleno de figuras, personajes, leyendas y símbolos. Pero sin dudas, las vedettes de la noche fueron los modelos que posaron para quienes quisieron probar sus habilidades con las figuras humanas. Expertos, estudiantes, neófitos, adultos, jóvenes, niños, cada uno concentrado en su propio pulso y compartiendo la misma pasión en una jornada espléndida, bien acompañada con buena música, cerveza artesanal y algo para picar mientras las musas hacían de las suyas.
Los modelos transitaban y cada tanto se detenían en distintos sectores y poses. A la der. el gran mural colectivo.
Profesionales hicieron gala de sus habilidades, ante la atenta mirada del público. Los niños disfrutaron a la par.
( FOTOS DANIEL ARIAS )