Un grupo de niñas baila lo aprendido frente a Moreno y Balanza.

 

Ayer, unas 90 niñas de entre 8 y 12 años se probaron en el Teatro del Bicentenario para La Bella durmiente. Divididas en tres grupos, estuvieron bajo las órdenes de cuatro bailarinas del ballet, quienes -cálidas pero exigentes- les enseñaron una parte de la coreografía, más compleja que la prueba de Cascanueces el año pasado. Una vez aprendida, Silvana Moreno y Victoria Balanza comenzaron el proceso de selección, grupo por grupo, que el lunes tendrá veredicto. "Bailemos con alegría", se le escuchó decir a una de las niñas, arengando al grupo antes de la prueba, donde se comportaron de forma impecable y en la que prometieron seguir trabajando y no decaer, cualquiera sea el resultado.

Cuatro integrantes del ballet, que también audicionaron en su oportunidad, oficiaron de maestras de las niñas y les enseñaron la variación que algunas harán, a fin de mes, sobre el escenario del Teatro del Bicentenario.

 

PROTAGONISTAS

Victoria Lozano
11 años
Fue la primera audición para Vicky, que reconoció que estaba un poquito nerviosa, pero que luego se pasó. Satisfecha con la experiencia, que calificó como "muy linda", y con voz muy clara dijo que "si no quedo voy a seguir trabajando, y si quedo también". 1

 

Brenda Lloveras
9 años
Brenda llegó a la audición de Bella durmiente con experiencia, y muy buena. Hizo la prueba de Cascanueces y fue elegida. "Estuve nerviosa pero fue lindo", dijo respecto del año pasado, y marcó que el trabajo "era más exigente" a lo acostumbrado.

 

Valentina Doffo
11 años
Valen fue otra de las niñas que en 2017 fue parte de Cascanueces. "Fueron muchas cosas lindas", dijo respecto a su experiencia previa, en la que se enamoró del teatro y del vestuario. Valentina también contó que le encanta que haya audiciones.

 

Carolina Fernández
12 años
Carolina fue otra de las pequeñas que participó de la audición, donde se mostró atenta a las indicaciones. A la salida, con una sonrisa dijo que hubo un poquito de nervios y que fue "más o menos difícil". "Me encantaría quedar, pero si no, volveré a tratar", contó.

 

 

La voz de las maestras

 

Beatriz González – Estudio Pavlova

Que las nenas tengan audiciones es positivo, ya que a pesar de que son chiquitas, esto les abre la cabeza a las nenas, conocen un mundo nuevo fuera de sus estudios y pueden llegar a foguearse. En general hacen un click y se nota. Esto es algo directamente con ellas, no a través de sus maestros, y las ayuda a tomar conciencia. Lo delicado es que muchas todavía no están maduras para enfrentar una situación de quedar afuera. Para algunas es más difícil que para otras, porque son más susceptibles, entonces hay que cuidarlas porque quizás la desilusión que tienen es muy grande y por ahí las maestras de los estudios somos después las que tenemos que tratar de consolarlas y decirles que tienen que seguir adelante. Pero ojo que las que entran, por ahí tampoco lo saben manejar y se agrandan o se creen que son mejores que las que no entraron, y tal vez una no entró porque justo no la miraron bien, o se puso nerviosa en ese momento, o no era lo que necesitaban para ese baile, que es lo que ha pasado otras veces.

"En general la última palabra la tiene la maestra, y la mamá o el papá seguirá lo que dice la maestra, que es la indicada para decir si tiene condiciones o no para ir a una audición". 

Irina Goransky – Instituto Odette

¿Es una oportunidad única? Sí, es bárbara, fantástica. Como maestra y como mamá pienso que es una tremenda oportunidad para el niño, porque pueden bailar en un teatro como el Bicentenario, bailar con figuras, brillar, entender. Es entrar a un mundo totalmente diferente, con otras exigencias, otras voces. Pero así como tiene pro, tiene contra y depende del temple del niño. Si bien en el Teatro los cuidan, hay niños que están preparados para la frustración y otros que no. En realidad ese es el mundo del ballet, lo que pasa es que nosotros en las escuelas las tenemos más cuidaditas y en la escuela todas bailan; entonces es como muy duro cuando quedan afuera en una audición; más si es por lo físico, porque se mira el físico, sobre todo cuando el vestuario ya viene listo de afuera. Es duro para una grande, ni imaginarse para las criaturas; pero bueno, uno tiene que trabajarlo como maestro y también como padre. 

 

"Es un esfuerzo, porque si quedan ensayan mucho. Es una decisión de los padres, que son los que se tienen que comprometer a llevarlas, traerlas, pedir permisos en las escuelas y demás".

Soledad Gómez – Studio Ballet

En cuanto a crecimiento cultural, participación y actividades está muy bueno, porque dan posibilidad a que los bailarines tengan un espacio y una visión de lo que es estar en un ballet profesional, sobre todo en su provincia donde sus afectos podrán acompañarlos. En cuanto al modo y la forma de elección, no es tan acertada. Sabemos que la danza clásica es muy exigente pero también que siendo más transigentes, la experiencia sería positiva para todos, sin dejar el objetivo de que el nivel sea el mejor. La mayoría de las pequeñas que audicionan son impulsadas por sus padres, incentivadas por sus maestras y van con muchísimo temor; son excepciones aquellas que toman la posta. San Juan cuenta con muy buenas maestras y un gran nivel de danza, por lo que solo es cuestión de organización y estudiar la manera de que la oportunidad sea objetiva e igual para todos, ya que esta oportunidad de bailar en un gran teatro y a un nivel profesional no es común y menos en las provincias. Y que sigan estas producciones, porque nos enriquecen.