Desde hace varios años, Villa Independencia se ve y se escucha diferente. Y es gracias a un puñado de elencos artísticos integrados por vecinos que -inicialmente en el marco del programa nacional de Orquestas infanto-juveniles y desde 2008 con asistencia provincial- crecen con espíritu comunitario bajo el ala de la Fundación Sólo Dios basta. Con sus instrumentos musicales (todos los que necesita una orquesta, más otros eléctricos y de percusión), sus voces y ahora sus danzas, niños y adultos de la humilde localidad caucetera, a los que se fueron sumando otros de los alrededores (San Martín, 25 de Mayo, 9 de Julio y Las Chacritas) dan cuerpo y alma al Ensamble de música popular, la Orquesta inicial, la Banda de vientos y el Coro. Elencos que hoy harán su presentación de fin de año en la Plaza San Martín, donde desgranarán un repertorio compuesto por folclore, ritmos latinoamericanos, tango y hasta bandas de películas. Y también estarán allí la escuela Tanguito, flamante troupe infantil de 2×4 que hará su esperado debut en sociedad; y los nóveles artistas de los talleres de plástica y teatro.

"Se trata de un proyecto comunitario a través del arte y desarrollando valores humanos’, subraya Fernando Loré, musicoterapeuta porteño y sanjuanino por elección, coordinador general de este proyecto que reúne a unos 180 alumnos y 17 profesores en "la escuelita de arte’, como la han bautizado cariñosamente sus habitantes.

En cuanto a lo musical, al ingresar, todos pasan por todos los instrumentos y después eligen el que más les gusta. Entonces, con la orientación del docente, formarán grupos determinados. "Aprenden arte, pero también aprenden a compartir, a tolerarse, a tener disciplina, a asumir responsabilidades y trabajar en equipo’, acota Loré, que llegó a San Juan hace 18 años, huyendo de la jungla porteña, y hace 11 -contacto con las Carmelitas mediante- se instaló en Villa Independencia, donde comenzó a dar talleres de plástica y música, de forma vocacional y pastoralmente. Vocación que en el "99 devino en la fundación católica -que tomó la espiritualidad de las Carmelitas- y que trajo consigo la multiplicación de los talleres y la apertura a otras comunidades.

Proyecto inclusivo si los hay, las puertas están abiertas cada año para el que quiera ingresar; con el estímulo extra que significa que en agosto ya están tocando en grupos iniciales; y que se pueden quedar en la "escuelita’ hasta que ellos mismos digan basta, cosa que -claro está- no sucede con frecuencia.

"¿Cuál es la mayor satisfacción que me da todo esto? Tiene que ver con la vocación de servicio, con mi misión, porque mi satisfacción es ver la satisfacción de ellos. Ver que en la comunidad se pueden abrir espacios de vida, y que allí la gente disfruta de vivir y de encontrarse con el otro", resume Loré.