José Cuneo es un pintor uruguayo (1887-1977) que incursionó en géneros expresionista, planista y abstracto. Varias de sus obras se hicieron como series de un mismo tema. Y en la década 1930 entre sus paisajes y "ranchos’ pintó varias "lunas’ que ocupan gran parte del cuadro con colores variados con y sin nubes. Este juego de cromatismos pasados a la música inspiró a su coterráneo Carlos Florit (1956) para componer su propia serie de Preludios titulados Luna, a los que describe como música referencial. No sé cuál será el origen de la expresión poco delicada de "Me importa un corno’, pero me sorprendió comenzar a escuchar esta obra y darme cuenta que tenía delante al propio compositor tocando su corno. Realmente le importaba! Hermosa síntesis orquestal con admirable percusión. No es frecuente captar un "glissando’ en los timbales como en esta Luna N¦3. Franz Lizt (1881-1886) era hijo de quien fuera administrador de los bienes de los Esterházy, a cuyo servicio había estado un siglo antes Joseph Haydn. Según Brahms no se podía hablar de una ejecución de virtuoso del piano si no se había escuchado a Lizt. Era el "Paganini del teclado’. Daniel Baremboim comentó: "Lizt, como Wagner, era un maestro de lo cromático y el cromaticismo significa ambigüedad, pero si bien en una persona la ambigüedad no es una virtud, para el mundo de la música agrega riqueza extra y abre a un entero margen de nuevas posibilidades’. Y qué casualidad que hemos comenzado a hablar de pintura! A diferencia de su segundo Concierto en La mayor, que consta de 6 movimientos, este primero en Mi bemol consta de 4. Allegro maestoso: La orquesta abre con 7 notas, tema que se reitera a lo largo de todo el concierto transformándose. Lizt era experto en adaptar temas de otros compositores para enriquecerlos. Lo que en él se llama "transformación temática’ es un modo nuevo de la tradicional "Variación’ clásica. Los siguientes 3 movimientos se suceden sin detención; son tres en uno. Quasi adagio: Parece introducirnos al misterio de uno de sus "poemas sinfónicos’ pero suavemente romántico con un toque de "sueño de amor’. La aparición de los vientos madera con un constante trino agudo del piano permite la entrada del triángulo y nos lleva a un Allegro vivace. Si lo romántico implica imágenes de ensueño o de lo mágico no hay nada más mágico que el sonido cristalino del triángulo. Más adelante las cuerdas arremolinadas preparan el vigoroso final Allegro marziale animato, también con el triángulo! Las siete notas que han sido repetidas por varios instrumentos adquieren un tono "marcial’ al ser entonadas por los trombones; cómo cada instrumento da un aire especial; escuchada con trombones me recuerda a los acordes iniciales del himno norteamericano. El Piano hasta ahora bastante discreto se luce vertiginoso con una aire de "La campanella’ que es una pieza de Lizt basada en el final de un Concierto de Paganini! El solista Leonardo Marconi nos regaló como bis un tango de Horacio Salgán. Giovanni Bottesini (1821-1889) nació en Crema, estudió en Milán y aunque se había iniciado con el violín pasó al contrabajo, que llegó a dominar como virtuoso a punto que se lo llamó "el Paganini del Contrabajo’. Fue además eximio director y compositor de óperas. En 1871, el propio Verdi lo eligió para su estreno de Aida en el Cairo; por algo sería! En 1853 fue convocado en México a un concurso para crear el Himno Nacional en un momento muy convulsionado de ese país. La letra larga -diez estrofas- era de Francisco González Bocanegra. Pero la música de Bottesini no fue de su agrado y se hizo un nuevo concurso. La melodía elegida fue de Jaime Nunó pero la primera interpretación estuvo a cargo de una compañía italiana de ópera dirigida por Bottesini. Habrá sonado con acento italiano! Su Concierto en Si menor consta de tres movimentos. Allegro Moderato: Las cuerdas hacen una introducción que casi parece un final y el contrabajo inicia un ritmo de danza suave, casi un vals cantabile (se puede cantar bailando). Pero sorprende que sea un instrumento tan grande y pesado el que invite a la orquesta a cantar y bailar con él. Un instrumento "mezclado’ entre muchos puede llegar a disimular un poco alguna falla, pero como solista no. Qué maravilla el intérprete de esa noche, Alberto Bocini (casualmente no muy alejado de Bottesini) La orquesta calla para la cadencia, qué suavidad y qué armónicos. Sigue un Andante, otra vez la orquesta introduce una melodía lenta iniciada con 5 notas que preguntan y 5 que responden y se continúan con suavísimos compases para dar lugar a un muy delicado contrabajo. Suena como contradictorio un contrabajo delicado, pero para Bottesini no lo es y ciertamente tampoco para Bocini! Allegro: de nuevo una introducción -ágil- de la orquesta para dar pie a una melodía cantabile del magnífico solista, que nos regaló una pieza propia titulada Ballad N¦ 3. Parecían dos instrumentos en los que uno hiciera la melodía y el otro el acompañamiento. Por un momento pensé que Bocini estaba cantando "a bocca chiusa’, pero no. Con todo tipo de pizzicati y tamborileos pareció una melodía que me recordaba a Three blind mice. Por último escuchamos una obra del checo Josef Zuk (1874-1935) quien fuera alumno nada menos que de Dvorak. Pero además de alumno fue su yerno ya que se casó con Otilie. En 1905 fallecen Dvorak y Otilie. Zuk compone una sinfonía "Azrael’ en la que expresa su profundo dolor. Dvorak había compuesto su Stabat Mater tras la muerte de tres hijos!!! Pero el "Fantastic Scherzo’ fue escrito dos años antes y se nota su carácter contagiosamente alegre. Es posible que fuera también un homenaje al scherzo capriccioso de su suegro Antonin.