El ex Primer Bailarín del Royal Ballet de Londres, Iñaki Urlezaga -director artístico de Danza y solvente partenaire- en uno de los pasajes de Raymonda, propuesta clásica con la que concluyó la gala. 

 

"Este tercer año fue muy importante para empezar a ver logros y ciertos objetivos", había dicho un par de días atrás Iñaki Urlezaga en charla con DIARIO DE CUYO. Y sin dudas lo deben haber sido, porque el ballet nacional Danza -creado bajo el ala del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, y que dirige artísticamente- mostró anoche en la provincia un espectáculo de jerarquía, sólido y con vuelo propio. Acertada la elección del programa mixto que permitió a los sanjuaninos disfrutar de principio a fin, con tres propuestas muy diferentes y valiosas; sobre todo las dos primeras, menos "populares", con menos oportunidad de cruzarlas en el camino. La noche abrió con el encanto lírico y de Serenade -con música de Tchaicovsky y coreografía de Balanchine-, siguió con la fuerza de Cantares -basada en la Rapsodia española de Ravel, con coreografía de uno de los maestros de la danza contemporánea argentina, Oscar Araiz, y la potencia de García Lorca impregnando la escena-; y culminó con uno de los famosos ballets clásicos, el tercer acto de Raymonda -con música de Glazunov y coreografía de Petipa, con arreglos de Urlezaga; y un gran despliegue de vestuario y escenografía para narrar esta historia transcurrida en la corte húngara-.

Un menú que más allá de su riqueza "per se" permitió además valorar la preparación y ductilidad del numeroso cuerpo de baile (que integran jóvenes de diferentes provincias, entre ellos la talentosa sanjuanina Aylén Castro), que dibujó con belleza, calidad interpretativa y buena técnica desde los más románticos adagios hasta los más enérgicos allegros, desde variaciones abstractas y oníricas, hasta cuadros de marcado carácter y sello folclórico, pasando por la pulsión visceral de los pies descalzos, las posiciones quebradas y el juego dinámico de contracciones y relajaciones. Al cierre de esta edición, Iñaki Urlezaga -que subió a escena recién con Raymonda- y su madura troupe (vale destacar sobre todo a las bailarinas, que se lucieron toda la gala) arrancaban los aplausos un público ávido y -en general- respetuoso, que disfrutó del segundo ballet del año en esta flamante sala, que cierra hoy su primer año de vida, bien arriba y con un espectáculo que deja con muy saludables ganas de más. Y prometen que habrá. 

Cantares. Danza contemporánea con el sello del maestro argentino Oscar Araiz. 
Raymonda. Popular ballet clásico con despliegue de escenografía y vestuario. 
Serenade cautivó con su "encanto poético y la pureza formal del movimiento". 

 Fotos: Marcos Carrizo