El hombre roto, deambulando entre las sórdidas miserias humanas que se esconden detrás de distintas máscaras, debatiéndose, resignándose, revelándose, cara a cara con su muerte que -en un juego de opuestos- solo confirma la existencia de una vida para celebrar, exenta de todo tipo de opresión, mandatos y ataduras… En libertad. Algo de eso quizás pudo haber en Réquiem, que sin dudas tuvo tantas lecturas como público se dio cita el fin de semana en el Teatro del Bicentenario, para ver la emblemática pieza del coreógrafo español Joshua Cienfuegos, ahora con elenco totalmente sanjuanino y producción del coliseo local.
"Hay público que se queda en la parte más estética y otro que sigue esa narrativa más dura", había advertido el director a este medio antes de soltar una hora y media de acción continua y simultánea en distintos planos, que obligó al espectador a permanecer enfocado en el escenario. Fue la línea temporal en la que se desarrolló esta obra conceptual, cuya plataforma de despegue es la danza contemporánea con inflexiones flamencas, pero en la que Cienfuegos se vale de múltiples herramientas, sin tapujo alguno, para comunicar: desde proyecciones hasta percusión corporal, e incluso textos y silencios interviniendo el Réquiem de Mozart. "Ya he olvidado quien soy. Incluso no recuerdo quién era". "He olvidado todo lo que siento, sólo percibo, quizás adivino". "La estupidez es más ignorante que la acción de la muerte", son algunas de las frases de puño y letra de Cienfuegos, que retumban existencialismo dentro del "surrealismo poético" en el que el vanguardista autor, protagonista de la escena española, enmarca su obra.
Y en el centro de la escena, un ballet, músicos, un cantante y una actriz, todos en vivo, llevados fuera de sus "zonas de confort" -desnudo incluido-, desafiados también ellos a decir y a interpretar más allá de sus acostumbrados lenguajes. Una experiencia que sin dudas no pasará de largo en sus respectivos derroteros artísticos, a la que le pusieron el cuerpo y mucho más; y que reflejó el intenso y personal trabajo con Yoshua y sus compañeros, Maynor Chaves y Jesús Mascarós -de la compañía Cienfuegos Danza- para estar a tono con una propuesta artística para nada convencional, hasta en la despedida.
En ambas funciones, tras los aplausos y saludos de rigor, un movilizado Cienfuegos junto a todo el equipo -artistas, Victoria Balanza, responsable del programa de Danza y Silvana Moreno, directora del teatro- salió al proscenio y se puso a disposición de público, para contar su propia experiencia y recibir las preguntas que quisieran hacerle. Un ida y vuelta al que el público sanjuanino no está habituado, del que participó con timidez, pero que también aportó para profundizar un poco en el concepto planteado por el creativo director asturiano.