"Esta noche se viste de fiesta, hoy canta Mínguez-Barboza…" dice la cueca del mercedino Lito López, que -cantada por los Díaz-Heredia- bien sintetizó lo que se vivió el domingo por la noche en el Teatro del Bicentenario, que se impregnó de folclore cuyano, muy sanjuanino y sobre todo, bien pocitano. Fue el arribo de la histórica dupla al máximo coliseo sanjuanino, en el marco de esta rentré que marcó un antes y un después en sus vidas y carreras, y donde estuvieron acompañados también por Los gajos de Pinono, Jorge Pascual Recabarren y Darío Bence. La celebración -larga y tendida; llena de emociones y a teatro colmado- comenzó con los Díaz-Heredia, que cumpliendo el sueño de estar en esas tablas, como manifestaron; abrieron fuego con el hermoso vals de los Hnos. de la Torre, Romance de mi niñez. Nostalgias de mi madre, Mi amor en una tonada, Cuando llegue el alba, fueron otros de los temas que entonaron; antes de pasarles la posta a Los gajos. El trío fue desgranando otro puñado de joyitas, varias muy vinculadas con su ascendencia musical, como Somos tus gajos padre, de Gurí Oro; y la cueca A don Raúl Oro, de Saúl Quiroga. Con la introducción del Aparcero y la platea ya bien entonada, llegó la hora de Mínguez y Barboza, quienes visiblemente emocionados y agradecidos, y más relajados con el correr de los temas, fueron mechando música y palabras, anécdotas y sentires, como si estuvieran en una gran reunión familiar. Eligieron para comenzar la zamba de don Saúl, Riquezas mías, que también dio nombre a uno de los discos que sacó la dupla en sus épocas de juventud. "Sentimos, como dijo Gardel, que 20 años no es nada; y para Mínguez-Barboza, ¡25 años no es nada tampoco!", expresó Pelufo, más locuaz, aunque confesó "Hay mucho nervio". El aplauso cariñoso y entusiasta fue el hilo que atravesó la cueca Mi hiciste mal, los valses Hoy todo ha terminado y El espejo de mi vida, la tonada Cuando se fue, entre la decena de perlas que desgranaron y que tuvo momentos a pura voz con la platea, con Nochecitas de San Juan, Vallecito de Huaco, Allá en el quinto cuartel… último tramo donde el público los ovacionó de pie, luego de escuchar la historia del reencuentro, de boca de Mínguez: "El destino será, porque no lo teníamos previsto", contó. Para el final, ya todos juntos en escena, sonaron Pocito mi pueblo, Cuyana Cosechadora y -el remate, otra vez todo el teatro a una voz- San Juan por mi sangre. "Uno de los mejores regalos de nuestras vidas", definió Pelufo la velada. Estaba todo dicho.